
Bo Xilai condenado a cadena perpetua
El proceso público contra Bo Xilai, el dirigente expulsado del partido PCCh el año pasado, quiere presentarse como un paradigma de los nuevos tiempos en que “no hay excepciones ni privilegios” que proporcionen inmunidad. Aunque, de momento, estos ejemplos no parecen incluir medidas eficaces de transparencia sobre patrimonios de los dirigentes a todos los niveles o un régimen de incompatibilidades más severo, no hay tampoco propuestas sólidas que puedan reforzar la independencia del poder judicial –también en el punto de mira-, víctima de las interferencias de otras fuentes de poder y del tráfico de influencias. En China, tradicionalmente, se han asociado la lucha contra la corrupción y las luchas de poder. La corrupción diluye las divergencias de naturaleza ideológica entre rivales políticos, por lo que la rentabilidad de operaciones de “borrón y cuenta nueva” siempre ha sido objeto de minucioso cálculo. La conculcación de principios básicos del Estado de derecho, el cuestionamiento de la independencia del poder judicial o la aplicación de la pena de muerte muestran que los contextos socioculturales son totalmente diferentes a los españoles. Es bien cierto... Pero también lo es que en España aumenta la sensación del imperio de la impunidad, mientras el gobierno español, a la defensiva, solo admite ser objeto de un proceso inquisitorial y de una campaña de acoso y derribo. Por el contrario, en China, parecen avanzar en sentido opuesto, siendo la lucha contra la corrupción el objetivo principal de la agenda política, donde predomina la idea de que “al que pillan se le acabó la bicoca”. En la fase actual de la lucha contra la corrupción en China, lo más notorio realmente se aplica a dos extremos: la progresiva domesticación de Internet como referente inexcusable para recuperar la relación dañada entre el poder y la sociedad, y el sistema disciplinario interno que funciona a tiempo completo. Estas medidas se acompañan de una mayor transparencia pública en la gestión de diferentes asuntos que producen malestar en la ciudadanía. La presión cívica en la red está configurando un nuevo poder en China que ahora se encara con muestras de mayor flexibilidad. ¿Tendremos que aprender de ellos?
