"No hay ningún país que se haya beneficiado por guerras prolongadas." El arte de la Guerra
Primera y única película que pudimos ver en función especial del Ciclo de Cine Latinoamericano -Cicla- en la Cinemateca Distrital (Bogotá) en este caso el esperado documental Ciro y Yo de Miguel Salazar del que ya habíamos visto Carta a una Sombra co-dirigido con Daniela Abad; este historiador que hizo una Maestría en Producción y Dirección de Cine y TV en la Universidad de Nueva York, además de fotógrafo, con dos libros de publicados, uno de éstos, punto de referencia en la amistad entre el director y el protagonista de este documental. El bogotano, que ha recibido ciertas distinciones a nivel nacional por sus documentales televisivos, que es director de la productora La Esperanza, de la cual fue fundador, sigue interviniendo en diversos proceso audiovisuales, co-producciones de tipo social y un fuerte componente humanista, que a la final es el postulado de Ciro y Yo, un trabajo audiovisual contado en segunda persona, que es, también la historia de Violencia de un país, es decir, de Colombia.
Miguel Salazar (fondo) y Ciro Galindo (p.p) fuente: El tiempo
Este retrato personal de un hombre que ha vivido las "violencias" colombianas: del estado, la guerrilla, el paramilitarismo y de la misma complejidad del país, se termina convirtiendo en un estudio sociológico de La Violencia - no sólo entendida como el enfrentamiento entre liberales y conservadores, sino como un estado natural del país-; con un tono apaciguado, contenido, vamos viendo una serie de tragedias en la vida de Ciro Galindo, protagonista del documental, un hombre desplazado por la violencia, que perdió a la mayor parte de su familia por la misma razón, y que en cada acción, cada sufrimiento, aún busca un poco de esperanza, que en cierto modo, es el resultado de esta obra. Detenernos en este punto para contar las tragedias, los muertos e injusticias que vivió este hombre y su único familiar vivo, su hijo menor, sería pormenorizar la obra de Salazar, tal vez, la mejor forma de sintetizar este relato está en la capacidad de perdonar, más no de olvidar, como sentencia Galindo, que es como se va a estructura este documental, que pasa de la tristeza absoluta a un halo de esperanza, traducido en una pequeña casa y la tranquilidad de un país en tránsito a una imperfecta paz.Con una acertada y en varia secuencias, bella fotografía, Salazar, quien también funge como fotógrafo, no sólo utiliza la luz natural para fortalecer al relato sino que en algunas se apropia de la belleza de los terrenos para darle un tono más lírico a la obra, un poco menos efectiva o demasiado ligada al documental periodístico son las tomas de entrevista a Galindo, que igual son muy cortas. Pero en general, el trabajo fotográfico de este documental es de calidad.Un gran trabajo, que no sólo debe ser visto como la tragedia de un hombre sino como la memoria de un país que está en plena reflexión sobre cambios políticos, nuevas violencias y un proceso de paz, que con sus imperfecciones y desatinos, es mucho mejor que una guerra, que va desde lo ideológico hasta las vivencias que tuvo que sufrir este hombre. Un documental indispensable y que se debe ver, como un ensayo de lo que estamos viviendo hoy en día, y ad portas a elecciones presidenciales, fanatismos políticos e intolerancia de la misma gama, que le quitaron a Galindo, su familia, tranquilidad e hicieron protagonista de este resumen de la violencia del país. Montaje Paralelo: Don Ca (2013)