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Ciencia sobrepasada, religión sobrepasada, medicina sobre...

Publicado el 10 junio 2010 por Kalinesti
Ciencia sobrepasada, religión sobrepasada, medicina sobrepasada
Ciencia sobrepasada, religión sobrepasada, medicina sobre...La obra de Jung, como hemos visto, no es ni la de un profeta o la de un fundador de una religión, ni tampoco la de un científico. Lo que le separa a Jung del profeta es el momento de negación o de reflexión, el cual ha interceptado el flujo inmediato desde la experiencia hasta la enunciación. Lo que Jung presentó al público, por lo que concierne a su forma lógica, había pasado por la Ilustración, por así decirlo. Había sufrido la confrontación con la mente crítica, tan ofensiva para la inmediatez de la experiencia ingenua. La obra de Jung comparte con la ciencia este momento de Ilustración. Pero mientras que la ciencia absolutiza ingenuamente la postura de la Ilustración y por lo tanto tiene que ignorar y rechazar en conjunto la experiencia inmediata del inconsciente y la idea de un “alma” (como “irracional”, “superstición”, “creencias metafísicas”, etc.), Jung también niega el enfoque científico tanto como la posición profética. Al negar también la posición de la Ilustración, es de nuevo libre para tomar las imágenes del así llamado inconsciente seriamente en un nivel enteramente nuevo, es decir lógicamente en serio (no sólo empíricamente en serio -como hacen muchas escuelas de “psicología”), convirtiéndose así en un psicólogo en el verdadero sentido, uno cuyo pensamiento entero arraiga en el Concepto [Notion] de la realidad del alma. Toma las imágenes “y en particular (su) forma y (sus) contenidos” como “enunciado(s)” (54) del alma, como enunciados que tienen su significado, su “referente”, su dignidad dentro de sí mismas. No apuntan a ninguna otra cosa, no son resultados de causas externas, en síntesis, no son epifenómenos. Son phainomena. El Concepto de realidad del alma requiere la doble negación, la negación de la interpretación religiosa de las imágenes como “la voz de Dios” y la negación de la interpretación cientificista de las imágenes como un mero reflejo (secundario) de la así llamada experiencia de la vida real o como causadas por procesos corporales y afines. Ambas interpretaciones son positivas (positivistas). La realidad del alma, por el contrario, tiene su lugar lógico en la negatividad lógica, en tanto es el resultado de la negación de las dos formas de positividad. No tiene referente externo. Se muestra a sí misma. He dicho que el que Jung tome la realidad del alma seriamente ocurre en un nivel enteramente nuevo. Este es finalmente el punto donde al fin podemos dar con un indicio de lo que quería decir nuestra afirmación anterior de que el pensamiento de Jung toma lugar en un nivel superior de reflexión o en un estatus lógico superior de conciencia. La psicología de Jung es a la vez religión sobrepasada y ciencia sobrepasada. ‘Superación’ o "sobrepasar" es la traducción del término hegeliano Aufhebung en el triple sentido de a) negar y cancelar, b) salvaguardar y retener, c) elevar o erigir a un nuevo nivel. Su psicología es religión sobrepasada (aufgehoben) en tanto que niega la interpretación religiosa inmediata con la cual advienen los contenidos de la experiencia interior, pero también preserva los contenidos y la atmósfera religiosos, aunque sólo como un “momento” del nuevo Concepto de la realidad del alma. De manera semejante es ciencia sobrepasada porque niega el reductivismo positivista ingenuo del enfoque científico de lo psicológico, pero también preserva la racionalidad crítica de las ciencias como un “momento” de su propia posición al no retroceder (hacer regresión) por detrás de los logros intelectuales del proyecto llamado Ilustración. Sólo puede tener su lugar en medio de esta contradicción absoluta entre los dos opuestos al permitir que su propia conciencia sufra una revolución lógica y sea catapultada a un nivel lógico radicalmente superior o más profundo. La psicología no es un campo dentro de la ciencia ni es algo entre la ciencia y la religión. Ha dejado tanto la ciencia como la religión por debajo suyo, y a la vez las contiene como momentos superados dentro de sí misma. Es su sucesora (un poco como los automóviles, los trenes, los aeroplanos son los sucesores de los caballos [¡superados!] y de los coches tirados por caballos, en la esfera técnica. El carácter de superación se ve claramente cuando hablamos de los “caballos de fuerza” de los automóviles). El hecho de que la psicología tenga que ser la superación de la religión y de la ciencia también estaba en la apreciación consciente de Jung. Expresamente afirmó que la psicología “está condenada a cancelarse en tanto que ciencia y precisamente en ello mismo alcanza su meta científica” (55). Esta idea sugiere que la psicología tiene que ser una disciplina que dentro de sí misma 1) comienza con la fantasía de ser una ciencia, 2) se empuja más allá de esta auto-definición inicial como ciencia (negándola), y 3) debido a ello no se transforma en el opuesto no dialéctico de la ciencia (en superstición, en creencias subjetivas o cosas afines) sino que más bien cumple en un plano superior lo que esperaba lograr con su auto-interpretación inicial en términos de una ciencia. Como ciencia sobrepasada, la psicología está de algún modo lógicamente por encima y más allá de todas las ciencias, en lugar de ser una voz más en el concierto de todas las ciencias, como dice la idea convencional. Todas las ciencias son, en un sentido especial, “momentos sobrepasados” dentro de la psicología, puesto que toda investigación científica brota de la actividad anímica de los humanos. Cada ciencia sólo estudia “regiones” o “aspectos” particulares de la realidad. La psicología, por el contrario, no tiene “la ventaja de un ‘campo delimitado de trabajo’”, tiene que “preocuparse de lo que sucede en el mundo más amplio” (56): Las ideas sobre el mundo desarrolladas por las ciencias particulares, por no mencionar el fenómeno de la postura científica frente al mundo y la vida en su forma compartimentalizada como tal, son todas ahora potencialmente el tema u objeto de la reflexión psicológica. Esto muestra cómo la psicología está en un nivel lógicamente superior de reflexión, así como un organismo multicelular que se originó de la ‘superación’ e integración de los organismos unicelulares que solían ser formas de vida existentes separadamente como ‘momentos superados de sí mismo’ (es decir, como sus propios órganos), está lógicamente por encima de (es más complejo que) los organismos unicelulares. Es lógicamente superior porque no tiene una existencia independiente de los organismos integrados, sino que es el sistema lógico de su organización. Lo que es nuevo es el sistema. De acuerdo con las recientes teorías biológicas, incluso el tipo de célula de la cual están hechas todas las células que viven actualmente se originaron al someter e incorporar como órganos suyos algunos tipos más primitivos de célula (tales como las mitocondrias): los órganos del nuevo tipo de organismo celular como organismos anteriormente independientes, pero más primitivos, ahora superados.La comprensión del compromiso teórico de la psicología de Jung trae a colación la cuestión tan discutida de la relación del enfoque "clínico" contra el "simbólico" en la terapia o la psicología junguianas, y la presente elucidación del contraste entre la alquimia y la química en términos de la historia de Útgarða-Loki arroja una luz sobre ello. Primero, tenemos que ver que los términos “clínico” y “simbólico” podrían no expresar adecuadamente la cuestión que aquí está en juego. En cierto sentido, la posición simbólica siempre es también clínica. Y la postura específicamente clínica en psicología no excluye de ninguna manera el trabajo extensivo con símbolos, mitos, pinturas, etc. Tendríamos que reemplazar estos términos con otros dos, la psicología / psicoterapia “tecnológica” contra la “teorétiica”. Una psicoterapia que merezca el predicado de “teorética” está comprometida con la Serpiente. Aún cuando se asiente en la atmósfera “clínica” de la sala de consulta y se concentre en este paciente real, empírico, sin embargo es alcanzada por, y ella misma toca, aquello que el paciente y la sala de consulta no son: su “más”, su negatividad lógica, la serpiente que circunda al mundo. La sala de consulta en este caso yace en Utgard, no en Midgard; aquí el analista tiene que entrar en la sala de consulta como Thor, incapaz de levantar al gato del suelo. En este fracaso de levantar al gato arraiga la terapia, si es "teorética". Hablando lógicamente, la terapia tiene que captar al “singular” como lo “universal”, pero también al “universal” en lo “singular”, así como hizo Thor (quién, por cierto, no se enfocó conscientemente en lo “universal”, sino que estuvo efectivamente en contacto con ello). La aventura de Thor es la imagen para la unidad concreta, dialéctica, de “singular” y “universal”, precisamente porque no se da cuenta conscientemente del “universal”, sino que sólo siente su presencia “fracasando”. Si se hubiera dado cuenta directamente de que estaba tratando con la Serpiente de Midgard, podría haber abandonado lo “singular” y directamente haberlo sustituido por el “universal”; podría haberse enfocado exclusiva y abstractamente en la Serpiente y olvidarse del “gato” (sólo a través del cual fue accesible la Serpiente de Midgard en la realidad empírica). Lo que pueda significar para la terapia “captar el singular como el universal” se pone de manifiesto en el comentario que Jung hizo sobre su padre, un pastor protestante, a quién recordaba como un sufriente. Jung escribe acerca de él en conexión con sus propios estudios psicológicos sobre el simbolismo cristiano, “En realidad mi padre nunca se interesó en el simbolismo teriomórfico de Cristo. Por el otro lado había vivido literalmente hasta su muerte el sufrimiento prefigurado y prometido por Cristo, sin siquiera darse cuenta de que era una consecuencia de la imitatio Christi.” (Esta falta de conciencia hace su situación diferente de la de Thor, quién al final se vuelve consciente) Jung continúa, “Consideró su sufrimiento como una aflicción personal [= como sólo “singular”] para la cual uno podría pedir consejo a un médico [= a nivel técnico]; no vio ésto como el sufrimiento del cristiano en general [= el “universal” lógico]” (57). Jung lamenta que su padre no pudo ver en su desgracia privada, singular, el problema universal, o mejor aún: ¡verse a sí mismo, el individuo privado que era, como el “cristiano en general”! Con nuestra imagen de la parábola bíblica de la boda real, podríamos decir que Jung advirtió penosa y críticamente que su padre había rehusado ponerse su “traje de bodas” ([el sufrimiento del] Hombre Cristiano como tal) e insistió en permanecer en sus ropas de calle (su sufrimiento únicamente privado y empírico). Su padre había consultado a médicos. Si extraemos las consecuencias del análisis de Jung no podemos pensar que su padre hubiera hecho mejor en ver a un psicoterapeuta (junguiano). Lo que está en juego aquí no es el cambio de lo somático (o físico) a lo psicosomático (o psicológico). No es un cambio de perspectiva o de paradigma o de metáfora básica, ni un cambio del campo de especialidad. No es suficiente mantener la idea de psique o de alma y la imagen del submundo como ideas constitutivas de la psicología en lugar de la “realidad de hecho”, ni tampoco es suficiente desplazarse de lo “exterior” a lo “interior”. Lo que reclama el enunciado de Jung es algo muy diferente y mucho más radical. Es la exigencia que representa el concepto de, por ejemplo, su padre real como “el cristiano en general”. Pero en realidad, de acuerdo con nuestra parábola bíblica, ésto no puede imaginarse como un cambio de ropas; un simple cambio (intercambio) aún sigue siendo no dialéctico. Lo que se pide de la psicología (si ha de ser psicología real) es aún más complejo que simplemente cambiar del individuo privado al Hombre a gran escala; es más bien el desplazamiento lógico desde el individuo abstracto (sólo privado) al individuo concreto en tanto “Concepto existente” (Hegel); al individuo concreto que como individuo “singular” y “real” (“empírico”) es el anthropos “universal” e “ideal” (aquí: el Hombre Cristiano o Cristo en general) –o, para regresar a la parábola bíblica una vez más, aquel que en tanto que vestido en sus ropas de calles está sin embargo vestido en sus “ropas de bodas” (aquí se ve que la imagen en tanto que imagen no es capaz de hacer justicia a lo que realmente se quiere decir.) El individuo concreto (el individuo verdaderamente percibido psicológicamente) es la unidad de la diferencia y la unidad del “ser humano singular” y “Cristo universal” –ésto es a o que apunta Jung sin formularlo expresamente de esta manera. Algo tan complejo y autocontradictorio como esto ya no puede más ser imaginado. Se requieren pensamiento y lógica dialéctica. Se requiere “el poder del pensamiento” de Jung o la fortaleza de un Thor para mantener verdaderamente juntos el singular (el gato de Thor) y el universal (su Serpiente de Midgard), es decir, para tener realmente el uno en el otro, sin que pierdan sus diferencias. Esta unidad-y-diferencia dialéctica es lo que constituye la psicología. Ésto es lo que significa “la realidad del alma”. El alma no es una “cosa” (ya sea en nosotros o en el mundo), no es una región, no es una perspectiva arquetipal. Es la relación lógica abstracta (58), junto con sus inherentes contradicciones, entre “el singular” y “el universal”, que se ha descrito aquí y que sólo existe para el pensamiento. Pero como Jung tristemente señaló acerca de su padre, “en asuntos religiosos aborrecía cualquier pensamiento”, y por ello no pudo comprender consciente y conceptualmente “las palabras de Gálatas 2:20: ‘Vivo, pero ya no yo, sino que Cristo vive en mí’” (59). Jung habla, con respecto a su padre, de un sacrificium intellectus y, citando a Mateo 19:11 ss., sugiere que lo considera como una auto-castración (habría que decir: lógica). Si realmente la psicología o la psicoterapia quiere ser psicológica, tiene que aprender a hacer este cambio lógico hacia el “Concepto existente” y acabar de ese modo con la auto-castración intelectual de la psicología. La entrada en la psicología se produce a través de una revolución lógica y es la iniciación en la lógica dialéctica. La terapia se vuelve tecnológica (aunque trabaje con empatía, con símbolos, interpretaciones imaginales y técnicas imaginativas) en el momento en que su horizonte lógico es el paciente concebido como “ésta persona”, nada más que ésta persona lógicamente singular. Como, mutatis mutandis, ocurre en la química, entonces se analizan sus sentimientos personales, los hechos de su infancia biográfica, los mecanismos psíquicos que ocurren dentro suyo, las reacciones de transferencias y contratransferencias, etc., como el horizonte que define el trabajo. Aquí inevitablemente uno se mueve horizontalmente sobre la superficie plana de la tierra, aunque uno piense en términos de la diferencia entre conciencia e inconsciente, ego y Self, y todavía use la idea de “profundidad” e individuación en el sentido de Jung. Como muestran los ejemplos de la anatomía, de la biología molecular o de la física nuclear, aquí también hay una “profundidad exterior o superficial”. Tales ciencias avanzan cada vez más “profundo” en los secretos ocultos del cuerpo o de la naturaleza, pero sin embargo nunca abandonan la superficie. El término “profundo” es ambiguo. Lo que signifique estará determinado por la orientación, horizontal o vertical. Hay una versión positiva o “Midgard” de profundidad (“mi interior”, “el reino del inconsciente colectivo”) y hay una versión “Utgard” de profundidad, que se refiere a la distancia-en-la-unidad, dentro del mismo y único fenómeno, extendiéndose desde lo singular hasta lo universal. O “profundidad” se refiere a la negatividad lógica de la vida del alma (de acuerdo con la cual el sufrimiento de la persona empírica es el sufrimiento del Hombre Cristiano como tal). Los símbolos, los cuentos de hadas, los mitos y las imágenes de los dioses pueden también desempeñar un papel en Midgard, aunque su lugar legítimo es Utgard (como nombre mitológico para la negatividad lógica). He cuestionado los términos “clínico” contra “simbólico”. Después de discutir algunos aspectos del problema, podríamos conservar estos términos siempre y cuando tomemos “clínico” como una abreviatura para un “horizonte Midgard” (para una actitud que toma la sala de consulta en su positividad y el individuo abstracto con su interior, su inconsciente colectivo o personal como su horizonte) y “simbólico” como un nombre abreviado para una posición arraigada en Utgard, donde Thor es capaz de sostener juntos el singular y el universal. Arriba he dicho que la psicología de Jung es religión sobrepasada y ciencia sobrepasada. Tenemos que añadir aquí que también es medicina sobrepasada. No es, así como así, una “profesión de ayuda”, no es clínica en este sentido. El terapeuta no es un curador, su trabajo no es “tratamiento” (en alemán: Behandlung, que contiene la palabra “mano”, como "manipulación"). Curar y ayudar no son más, pero tampoco menos, que momentos superados dentro de esta nueva cosa, completamente diferente, llamada psicología o psicoterapia. Por la misma razón, la psicología (terapia) no es “práctica”, pero tampoco es “mera teoría”, mero intelectualismo. Es praxis superada, que es lo que son el pensamiento o la theoria en el sentido más elevado. Desde el punto de vista de la orientación teórica, no se le hace precisamente justicia al paciente si se le toma en cuenta a él, es decir, al paciente en su positividad, como si fuese el verdadero paciente de la terapia. ¿Quién es el verdadero paciente? Es la materia prima, es el Dios o los Dioses, “el sufrimiento del anthropos cristiano a gran escala”, la “verdad” de la era, la lógica de nuestro modo de ser-en-el-mundo, en tanto que actúan a través de la vida del paciente singular en la sala de consulta así como también en nuestra vida social real en el mundo. La prima materia es la diferencia-en-la-unidad entre singular y universal. Las pirámides egipcias, los templos griegos, las catedrales medievales fueron la obra de terapia. “Las religiones son sistemas psicoterapéuticos en el sentido más verdadero de la palabra, y a la más grande escala. Expresan toda la gama del problema psíquico en poderosas imágenes; son la admisión y el reconocimiento del alma, y al mismo tiempo la revelación de la naturaleza del alma.” (60) Construir una casa válida y obligatoria para el Dios, para Osiris, para el alma del Faraón muerto, significaba dar un lugar real a la negatividad de la vida lógica del alma, mientras que los empeños auto-centrados en el propio desarrollo psicológico (incluso si es el anhelado desarrollo del Self en uno mismo), en la medida en que sigue siendo una empresa inevitablemente subjetiva, nunca pueden tener la misma validez.
Wolfgang Giegerich
Fuente: http://homepage.mac.com/eeskenazi/gieg-sobrep.html Añadir

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