Trabajadores del CIPF, protestando por los despidos en Valencia. -Juan Navarro
Esta semana se ha removido la red social Twitter con un tema que nos afecta a todos. Sobre todo porque marca el modelo económico-social-político-cultural del futuro (ahí es nada). Porque una sociedad instruida es una sociedad más libre. El conocimiento es uno de los mayores valores, algo que resulta obvio si tenemos en cuenta que los grandes pasos de la humanidad hacia mejoras sociales vienen precedidos por la apertura del conocimiento, por su accesibilidad. Limitarlo equivale a facilitar que nos manipulen. Vamos, que viene al pelo la expresión “El que no sabe es como el que no ve”.
Por eso me ha gustado que se generara debate. Y es que Sergio P. Acebrón, (@Acebron, científico español que investiga el cáncer en una institución alemana) ha escrito un documento a un programa de televisión. Se trata de “La ciencia también es actualidad: Carta abierta a Ana Pastor“. Admirador del programa “Los Desayunos de TVE”, a Acebrón le ha sorprendido que no se entreviste a científicos como algo cotidiano (igual que se hace con artistas, políticos, deportistas, etc.). Más me ha gustado que Ana Pastor haya respondido a la polémica: “@Acebron toda la razón. Tomo nota. La crítica constructiva nos hace mejores”.
No me canso de decirlo: la ciencia es cultura. Y tenemos que trabajar para que la sangrienta fractura Ciencia vs Humanidades desaparezca. Para que el día de mañana conocer a Marie Curie, Henrietta Leavitt o Lynn Margulis (recientemente fallecida) sea tan común como saber quiénes fueron Miguel Ángel, Shakespeare o Frida Kahlo. En ello estamos. Si lo conseguimos, cuando ocurra algo tan doloroso y vergonzoso como el cierre del Centro de Investigación Príncipe Felipe, en Valencia, nos revolveremos y gritaremos para impedirlo. En nuestras narices, y debido a una nefasta gestión, “se cierran 14 laboratorios, entre ellos los dos únicos sobre cáncer y el único que investigaba enfermedades relacionadas con envejecimiento”. Si este es el modelo que queremos, preparémonos para lo peor. Porque se lo aseguro: siempre puede ser peor.