Revista Comunicación

#cienciaGTD: Cómo interactuamos con el mundo real

Publicado el 27 enero 2016 por Jmbolivar @jmbolivar

#cienciaGTD: Cómo interactuamos con el mundo realEn este post vamos a ver una prueba científica más que explica por qué planificar es perder el tiempo.

Uno de los grandes descubrimientos de la ciencia cognitiva más reciente es que la cognición es necesariamente contextual y corporal. Esto significa que la mente humana está, a través del cuerpo, en constante interacción con la situación en la que nos encontramos, es decir, nuestra mente está permanentemente interactuando con el entorno en dos direcciones. Por una parte, percibimos información a través de los «sensores» corporales: vista, oído, tacto… Por otra parte, nuestra mente genera instrucciones para producir acciones, las cuales son ejecutadas por nuestro cuerpo: manos, cuerdas vocales…

Al contrario de lo que planteaba la teoría simbólica, la complejidad del mundo real no se gestiona manipulando representaciones abstractas de la realidad sino manipulando el propio mundo, es decir, llevando a cabo acciones y monitorizando los resultados de las mismas. Los resultados nos llegan en forma de percepciones a través de nuestros sentidos y esta interacción con la realidad se controla por medio de la retroalimentación y el aprendizaje motor, que funciona del siguiente modo:

  • Las percepciones desencadenan acciones.
  • Las acciones producen cambios en la situación y el entorno.
  • Los cambios producidos son a su vez percibidos.
  • Estas percepciones desencadenan nuevas acciones para, en caso necesario, corregir o ampliar los efectos de las acciones anteriores.

Situaciones diferentes producen percepciones diferentes y, por consiguiente, desencadenan acciones diferentes. Tanto la cognición como la acción son por lo tanto contextuales, ya que vienen determinadas mucho más por la situación externa concreta que por el razonamiento o la planificación internas. La ventaja de esto es que se puede liberar a la memoria y al razonamiento de la mayor parte del trabajo ya que, en lugar de tener que concebir, predecir y recordar los resultados potenciales de una acción, la acción simplemente se ejecuta para que sus resultados reales queden reflejados en el entorno. Estamos hablando de aprendizaje basado en la experiencia.

Las acciones dejan su marca en el entorno. En la medida en que esta marca se haga sobre un medio estable, como por ejemplo la piedra, el papel o cualquier soporte digital, puede funcionar como un registro objetivo de lo que ha ocurrido, almacenando la información para que el cerebro pueda consultarla más adelante. De este modo, el cerebro puede «descargarse» de información y almacenarla en una memoria externa, la cual es más fiable y consume menos energía de la que consume su propia memoria de trabajo. Cuando esto ocurre, podemos decir que la mente «se extiende» por el entorno físico o que la cognición «se distribuye» entre el cerebro y una serie de materiales de apoyo.

Un ejemplo de lo anterior es tomar notas en una hoja de papel. Las marcas sobre el papel son el resultado de nuestra acción (escribir). Por otra parte, esas marcas permanecen almacenadas en un lugar razonablemente seguro mientras no estamos interactuando con el papel. Cuando volvamos a percibir esas marcas (leer), éstas desencadenarán pensamientos (recordar), que a su vez darán lugar a nuevas acciones como, por ejemplo, añadir (escribir) un nuevo elemento a la lista de elementos ya registrados.

Heylighen y Vidal utilizan el paradigma de la estigmergia para explicar la dinámica de esta actividad mediada por el entorno. Una acción es estigmérgica si la acción de un agente deja una marca (stigma en Griego) en el entorno y dicha marca estimula a un agente (el mismo u otro) a llevar a cabo otra acción (ergon en Griego) adicional. Esta segunda acción dejará a su vez otra marca que estimulará una nueva acción y así sucesivamente. De este modo, una acciones desencadenan otras acciones distintas a través de las marcas que dejan en el entorno.

Por ejemplo, al darte cuenta de que se ha agotado el papel de la impresora, haces un pedido de papel. Cuando llega el papel, recuerdas que tenías que imprimir un informe y lo imprimes. Mientras lo imprimes, recuerdas que quedaste en avisar a un colega cuando estuviera impreso porque necesitaba encuadernarlo para una reunión, así que le llamas…

La estigmergia es un concepto que se utilizó inicialmente para explicar la actividad de los insectos sociales, como por ejemplo las hormigas. Este tipo de actividad colaborativa, como por ejemplo la construcción de un nido, es aparentemente compleja, inteligente y orientada a resultados. Sin embargo, las hormigas a nivel individual son bastante tontas y carecen de nada que pueda parecerse a una memoria de trabajo o a la capacidad para planificar. A pesar de ello, y gracias al mecanismo de la estigmergia, su trabajo puede coordinarse de forma efectiva para lograr resultados.

El entorno no solo proporciona un medio pasivo que registra los efectos de las acciones sino que también interviene de forma activa en la actividad del agente, produciendo tanto «oportunidades» para llevar a cabo nuevas acciones como «perturbaciones», que dan lugar a que los resultados de las acciones se desvíen de lo esperado. En la cognición situada, las oportunidades para actuar que son resultado de la presencia de objetos o situaciones específicas se llaman «oportunidades ambientales».

Por ejemplo, tener conexión a Internet te da la oportunidad de enviar un email. Debido a que nuestro cerebro ha evolucionado para adaptarse rápidamente a la situación del entorno, nuestra percepción está particularmente orientada al reconocimiento tanto de «perturbaciones», que crean problemas que hay que solucionar, como de «oportunidades ambientales», que pueden ayudarnos a resolver los problemas y alcanzar nuestros objetivos.

La conclusión a la que nos llevan estos estudios es a que nuestras acciones rara vez son resultado de lo que hemos planificado sino que vienen principalemente determinadas por las «oportunidades ambientales» que nos ofrecen la situación y el entorno en el que nos encontramos. Dicho de otra forma, normalmente hacemos lo que tiene sentido hacer – en función de las circunstancias del entorno – en lugar de hacer lo que hemos planificado hacer.

En futuros posts seguiremos aprendiendo sobre lo que la ciencia cognitiva sabe y que nos explica por qué metodologías como GTD funcionan donde otros enfoques, como la gestión del tiempo, fracasan.

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