Posiblemente la mayoría de los lectores coincidirán al decir que la vida cuando éramos pequeños era mucho más sencilla y divertida, no estábamos condicionados por la sociedad, por las obligaciones o por los problemas que se viven en edad adulta. Los niños ven la vida con otro prisma, tienen una mente mucho más imaginativa y creativa, y precisamente en esta etapa es cuando se aprenden las mejores lecciones de creatividad.
Hoy conocemos cinco lecciones de creatividad aprendidas en la infancia, en algunos casos los adultos las aplican, en otros son reprimidas simplemente por ser adultos, algo que quizá deberíamos cambiar para ser un poco más felices.
Las cinco lecciones de creatividad aprendidas en la infancia según nos explican aquí son:
Hacer preguntas
Tener conocimiento limitado del mundo que nos rodea hace que los niños se maravillen y se asombren con todo, les surgen muchas preguntas y no dudan en realizarlas. A medida que crecen esta curiosidad parece ser coaccionada, aparece el temor de hacer preguntas porque podrían parecer estúpidas y objeto de burla. En este sentido, un profesor del centro Banff, uno de los mayores centros de arte y creatividad del planeta, explica que con el fin de poder incrementar la creatividad, hay que abrazar el arte de hacer más preguntas, hay que decir que algunas investigaciones determinan que realizar preguntas es un medidor de la inteligencia.
Abordar los proyectos sin temor
Esta afirmación es una verdad como un templo, cuando los niños empiezan a crear trabajando en un proyecto, sea un dibujo, un trabajo de manualidades, etc., no tiene expectativas de cuál será el resultado, la razón es que lo que está haciendo es algo divertido y no tiene como objetivo un magnífico resultado final. Al no tener miedo sobre el resultado cuando se emprende el proyecto, es cuando se puede crear una obra brillante y original gracias a la creatividad. Esto trasladado a la edad adulta, no tener miedo en el trabajo, significa encontrar un sentido de libre determinación, alcanzar un objetivo, sentirse realizado y tener un propósito que nos ayude a vivir nuestras mejores vidas.
Dejar volar la mente
Las fantasías son una constante cuando somos niños, sin embargo de adultos, aunque seguimos teniendo fantasías y dejamos volar la mente, terminamos pensando que perdemos el tiempo, que hay que ser realistas y dejar de soñar. Según algunas investigaciones, un 50% del tiempo de vigilia se emplea en soñar despierto, una mente libre es muy buena para la inspiración y el proceso creativo, sea en niños o adultos.
No tomarse las cosas demasiado en serio
Esto es algo de lo que pecamos la mayoría de los adultos, nos tomamos las cosas muy en serio, vemos más gravedad y urgencia. En este sentido sería bueno tener una mentalidad más relajada, la que poseen los niños, tendríamos menos estrés y por tanto el proceso creativo no estaría bloqueado. Se recomienda imitar en cierto modo la despreocupación que tienen los niños, con ello se puede llegar a encontrar soluciones con más facilidad, dar un descanso al cerebro es muy recomendable y efectivo.
Jugar
Los niños juegan, es algo propio de su condición, pero muchos adultos también querrían jugar y disfrutar tanto como disfrutan ellos. El juego hace más felices a niños y adultos, y aumenta la creatividad.
Los adultos juegan muy poco, se toman demasiado en serio las cosas, reprimen la necesidad de hacer preguntas, su imaginación deja de volar y no consiguen abordar un proyecto con ilusión y sin miedo al resultado debido a las responsabilidades. Parece evidente que las lecciones aprendidas de niños no se terminan de aplicar en edad adulta.
Foto | Matteo Bagnoli
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