En el cinematógrafo
En aquel cinematógrafo las patas de las butacas tenían forma de piernas de mujer. Me dediqué a arrancarlas y a tirarlas fuera. A los empleados no les gustaba, pero no dijeron nada. Estuve tentado de volverlas a su sitio, pero, pensando que podía verme una amiga y creer que eran volubles mis sentimientos, me contuve. Desde entonces, cuando voy al cine, si pongo una mano encima de una pierna no la arranco.
(Texto: Antonio Fernández Molina. La vida caprichosa. Antología de cuentos y relatos. Libros del Innombrable, 2003. Pintura: The Sheridan Theatre, Edward Hopper, 1937).

