Revista Cine
Casi un año después del nacimiento de este blog, puedo decir con orgullo que las perspectivas puestas en el mismo se han cumplido sobradamente, durante este tiempo, con los errores propios de un principiante, la página ha ido creciendo, se ha ordenado de un modo más claro, que no perfecto, y las sensaciones que mencionaba en el post inicial se han recuperado en gran medida. Pero, siempre hay un pero, dirigiendo mi mirada hacia atrás y analizando los sucesivos artículos publicados, hay una realidad que resalta por encima de otras, he escrito mucho más sobre películas antiguas que sobre las nuevas producciones que llegan masivamente cada día. No es que esta situación tenga demasiada importancia, todas las películas son especiales (por múltiples y variados motivos) y han cumplido con el objetivo marcado inicialmente, es decir, escribir sobre todo aquello que tenga una especial motivación para mí, pero esta situación sí que conlleva, intrínseca, una reflexión y conduce a una serie de preguntas (muchas de ellas sin respuesta) que merecen ser expuestas.Bajo mi humilde punto de vista el cine fantástico actual está sumido en una especie de sopor autoindulgente; salvo honrosas excepciones, pocas películas aportan elementos diferenciadores o arriesgados, siendo una constante, sumamente cansina para el aficionado atento, la repetición de esquemas, situaciones o conceptos que, aunque sobradamente eficaces, han derivado con el tiempo en meras calcomanías sin gracia ni sentido. Paralelamente, el público en general también ha sucumbido a esa indulgencia, quieren y apoyan películas que no les hagan pensar, demasiados problemas en el día a día, no necesitan complicaciones argumentales, sino más bien papillas bien mezcladas y trituradas de digestión fácil. De esta manera es lógico escuchar banalidades del tipo: la película es muy mala, pero su acabado y efectos están muy conseguidos o la historia no me ha atrapado, pero ha conseguido entretenerme durante dos horas… ¿De verdad, todo se reduce a esto?, ¿Estamos tan acomodados que solo pretendemos divertirnos sin ninguna pretensión más?; yo creo que no, simplemente es una situación, pasajera espero, de saturación y cansancio. De todos modos vivimos en una sociedad de placeres rápidos y fáciles de conseguir, todo está al alcance de la mano y es, muchas veces, de una superficialidad irritante, por lo tanto no es extraño situaciones o comentarios como los descritos más arriba., Por ese motivo es normal que la poderosa industria cinematográfica realice un ejercicio de adecuación y orientación de sus productos, para ellos todo este tema se reduce a un solo punto: dinero. Si ese dinero viene generado por productos de acabados perfectos pero carentes de alma y profundidad, pues muy bien, vamos a por ello, que están de moda los zombies, pues zombies a punta pala, que los vampiros parece que repuntan, pues más de lo mismo, triste situación donde no tiene cabida el riesgo, todo demasiado medido y calculado. Este pensamiento no es nuevo, la industria siempre ha sido entretenimiento y negocio por encima de cualquier otra cosa, es cierto, pero la misma industria cobijaba entre sus engranajes grandes francotiradores que, más o menos integrados, realizaban películas interesantes y arriesgadas que, desde la modestia de sus presupuestos y propuestas, abrían nuevas vías para el futuro; o sea la misma industria se preocupaba de mantenerse en el candelero con sus producciones A, pero paralelamente allanaba el camino con diferentes propuestas, sondeando los posibles cambios de gustos del público.Actualmente esa situación no existe, hasta las producciones de más marcado carácter marginal surgidas de las productoras establecidas, siguen unas coordenadas bien definidas y marcadas, se arriesga algo de dinero, sí, pero todo lo bastante encajonado como para asegurar el retorno de esa inversión.Con este panorama lo lógico es que las iniciativas independientes, llenas de gente con ganas de realizar y crear al margen de la industria, hubieran asumido el reto de refrescar y airear el estancamiento producido, pero, la triste realidad es que no ha sido así. Durante estas vacaciones he tenido la oportunidad de visionar una gran cantidad de estas producciones que tenía pendientes desde hace tiempo; el resultado ha sido, como mínimo, decepcionante. Muchos zombies, más crudeza que se traduce en secuencias gore acumuladas sin ton ni son, poco riesgo argumental y en la mayoría de los casos nula profundidad en las motivaciones, sentimientos y personalidad de los protagonistas. Pocos de estos films visionados han logrado interesarme, de éstos ya iré haciendo artículos específicos; el resto me han parecido intentos, más o menos graciosos, de conseguir productos de éxito inmediato, traduciéndose en un intento de conseguir una distribución mundial a cargo de alguna de las poderosas empresas dedicadas a estos menesteres.El cine fantástico y de terror necesita arriesgar, necesita alma, corazón, tripas y sobre todo tiene que deshacerse de corsés, impuestos o autoimpuestos, que limitan y domestican la principal función del género, que no es otra que alimentar nuestra fantasía y de paso criticar y analizar la realidad que nos envuelve; una realidad, por otra parte, trivial y asfixiante que necesita un contrapunto de mundos internos e imaginación desbordante para sobrellevarla. Creo firmemente en la regeneración del género, así se ha demostrado en décadas pasadas, y no pierdo la fe en que una nueva semilla esté germinando en estos precisos momentos. Mi amor, también necesidad, por el género no ha perdido ningún grado de intensidad, por ese motivo, la idea original de este blog sigue plenamente vigente, como consecuencia seguiré actualizando, seguiré visionando y seguiré apoyando cualquier iniciativa que aporte elementos interesantes.Por el momento esto es todo, el artículo de hoy está un poco alejado de lo que habitualmente encontráis en El Terror Tiene Forma, pero creo que es positivo, de vez en cuando, ir un poco más allá y reflexionar sobre aquello que nos gusta e interesa.Saludos, amigos/as y gracias por seguir visitando estas páginas.