Segunda entrega, en esta ocasión con dirección de Gordon Douglas, de la serie de películas de Flint, agente secreto encarnado por James Coburn que, entre la moda comercial, el homenaje y la parodia, sigue la corriente del éxito taquillero de las películas de 007. La acción arranca cuando el presidente de los Estados Unidos es secuestrado y sustituido por un impostor como primer paso de una perversa organización que ha diseñado un sistema infalible de lavado de cerebro con el que pretende dominar el mundo.