Revista Cine

Cine en fotos: El pesimismo de Luis Buñuel

Publicado el 17 junio 2013 por 39escalones

buñuel_39

He estado siempre al lado de aquellos que buscan la verdad, pero los dejo cuando creen haberla encontrado. Se vuelven muy a menudo fanáticos, lo que detesto, o si no ideólogos: no soy intelectual y sus discursos me hacen huir. Como todos los discursos. Para mí el mejor orador es aquel que desde la primera frase saca de sus bolsillos un par de pistolas y dispara sobre el público.

(…)

Todo género de espectáculo tiene su público particular. El que va al cine es, en general, el menos simpático de todos. Hacer cola lo pone de mal humor: jamás se le ve el entusiasmo de un aficionado a una corrida de toros. En el fondo es un falso público que no está en relación con nadie sino con imágenes. Estas imágenes lo adormilan si son vulgares o lo distraen si son muy bonitas.

(…)

El cine me parece un arte transitorio y amenazado. Está muy estrechamente ligado a la evolución de la técnica. Si dentro de 30 o 50 años la pantalla ya no existe, si el montaje no es necesario, el cine habrá dejado de existir. Habrá llegado a ser otra cosa. Estamos ya casi en este caso cuando un film se pasa por televisión: la pequeña dimensión de la pantalla lo falsea todo.

(…)

A menudo he vuelto sobre el tema del hombre en lucha contra una sociedad que busca oprimirlo y degradarlo. Cada hombre me parece digno de interés, pero cuando están reunidos, su agresividad queda libre convirtiéndose en ataque o huida, ejerciendo violencia o sufriéndola. La historia de las herejías lo demuestra perfectamente (…). Me fascina ver que si unos hombres se reúnen alrededor de una convicción, si forman una sociedad fundada en esa convicción, basta que uno de ellos difiera, aunque sea de manera ínfima, para que sea tratado como el peor de los enemigos.

navaja_viridiana_39

(…)

Creo que nuestro mundo está perdido. Será destruido por la explosión demográfica, la tecnología, la ciencia y la información. Es lo que llamo los cuatro jinetes del apocalipsis. Me siento asustado por la ciencia moderna que nos conducirá a la tumba por la guerra nuclear o las manipulaciones genéticas, a menos que lo sea por la psiquiatría (…). Si tuviese que hacer un último film lo haría sobre la complicidad de la ciencia y del terrorismo. Aunque comprendo las motivaciones del terrorismo, las desapruebo totalmente. No resuelve nada: hace el juego a la derecha y a la represión. Uno de los temas del film sería el siguiente: una banda de terroristas internacionales se prepara para cometer un grave atentado en Francia, y en ese momento se conoce la noticia de que una bomba atómica ha explotado sobre Jerusalén. La movilización general es decretada en todos los lugares; la guerra mundial es inminente. Entonces, el jefe de la banda telefonea al presidente de la República. Informa a las autoridades francesas del lugar exacto, en una barcaza cerca del Louvre, donde pueden recuperar antes de que explote la bomba atómica que han depositado allí. En efecto, su organización había decidido destruir el centro de una civilización, pero ha renunciado al atentado porque la guerra mundial va a estallar y la misión del terrorismo ha terminado. En adelante es asumida por los gobiernos que toman a su cargo la destrucción del mundo.

El exceso de información ejerce también un importante deterioro en la conciencia de los hombres actuales. Si el Papa muere, si un jefe de Estado es asesinado, la televisión está allí. ¿Para qué le sirve al hombre estar presente en todas partes? El hombre de nuestros días jamás se encuentra consigo mismo como sabía hacerlo durante la Edad Media.

De todo esto resulta que la angustia es absoluta, y la confusión, total.

He conocido una época en que la derecha y la izquierda ocupaban posiciones bien definidas. La lucha tenía entonces un sentido.

(…)

En aquella película en que pensaba, hubiese querido rodar en la sala del Reichstag una reunión de quince premios Nobel científicos recomendando colocar bombas atómicas en el fondo de los pozos petrolíferos. La ciencia entonces nos sanaría de aquello que alimenta nuestras locuras. Pero creo más bien que lo peor terminará arrastrándonos, porque después de Un perro andaluz el mundo ha progresado hacia el absurdo.

Sólo yo no he cambiado. Permanezco católico y ateo gracias a Dios.

Pesimismo. Luis Buñuel (1980).


Cine en fotos: El pesimismo de Luis Buñuel

Volver a la Portada de Logo Paperblog