
“Digo ahora con humor lo que antes decía con violencia. Cada vez me siento menos inclinado hacia la violencia… Actualmente el escándalo y la violencia priman en todas partes: guerras, revoluciones, terrorismo… Con lo cual el escándalo y la violencia ya no sirven para nada, han perdido su eficacia para nosotros, los artistas. Actualmente me siento muy poco violento. Violento, sí, lo soy, imaginativamente. Sin duda, me mantengo fiel a las revueltas de mi pasado, pero hoy, entre tanta confusión ideológica, mis ilusiones casi han desaparecido y no puedo, por experiencia, tener confianza en los nuevos regímenes políticos.El surrealismo ha pasado a la vida. Hoy en día la violencia está en todas partes. Hay guerras, revoluciones, terrorismo. La violencia no sirve ya para nada. No hay nada que escandalice. El arte necesitaba armas. Ahora las armas no sirven para nada. Yo he sido un terrorista teórico. Actualmente desprecio el terrorismo, incluso al teórico. Atacar la violencia con violencia es absurdo. No quiero hacer el papel de profeta, pero pienso que nos acercamos a la catástrofe final. Si no es por la bomba atómica, será por la destrucción del medio ambiente. Miren ustedes la publicidad que se le da a la violencia. El exceso de información es como la peste. Hoy los terroristas tienen más cartel que las estrellas de cine. Se suponía que en nuestro siglo iban a acabarse las dictaduras, pero termina una y surgen dos. Y el “smog”, y la pesadilla del ruido y de la música enlatada, y el caos que son las ciudades. No creo más en el progreso social. Sólo puedo creer en unos pocos individuos excepcionales y de buena fe, aunque fracasen, como Nazarín“.