Revista Comunicación

CINE: La llamada produce arcadas

Publicado el 09 mayo 2020 por Dro @Drolope
CINE: La llamada produce arcadas
Largo tiempo ha transcurrido desde que el visionado del improperio audiovisual La llamada inquietara, para siempre, mi existencia terrena. Esta “película”, si es que puede denominarse así a tal desquiciada unión de escenas, surge del ingenio burdo (filosofía delicuescente) de dos afamados personajes españoles: ‘Los Javis” (Javier Calvo y Javier Ambrossi). Un tándem “artístico” chabacano cuya unión es resultado de su relación amorosa (lo único loable de estos entes eyectados al mundo). Podría, sempiternamente, escribir ríos de tinta sobre tales mediocres, mas procederé al análisis kuicástico de su obra “cumbre”.
La llamada es la herética historia de una necia niñata a la que se le aparece constantemente dios (uso minúsculas para referirme al Altísimo porque se trata de una monstruosidad teológica de primer orden) cantándole canciones de la difunta Whitney Houston. ¿Cómo osan tales “directores” trivializar la figura de la Deidad cósmica de tamaña forma? ¿De qué mentes trabucadas puede manar semejante profanación? A la Santísima Trinidad le imploro, consternado, que me provea del sobrenatural ímpetu en aras de no desfallecer ante tal abisal ultraje. Contextualicemos tal desacertado relato.
María y Susana, cual adolescentes burguesas, pasan el verano en un campamento de monjas. Sin embargo, estas indómitas “zagalas” esperan a que el mundo duerma para afiliarse a las huestes de Satanás (la colectividad posmoderna occidental). Abandonan el sacro campamento para envenenar su cuerpo y alma con drogas y otros actos libertinos. Empero, el enemigo no solo está fuera, sino que está enraizado en el mismo campamento. Milagros, una religiosa sin religión, es la principal cómplice de que estas subversivas “payas” prosigan delinquiendo espiritualmente. La envilecida monja las protege bajo su aparente cándido manto fraternal; Milagros juega a hacerse la inocua, y tal estratagema le sirve para sobetear a María (la visitada) y Susana. Mas no hemos de obviar la ira luciferina que alberga Milagros como consecuencia de su frustración sexual: es lesbiana, pero vomitivamente pusilánime. Dios omnisciente, omnipotente y omnipresente nos ama a todos al margen de nuestra orientación sexual. Milagros y su comportamiento es evidencia, entre las infinitas que hay en el filme, de que ‘Los Javis’ no comprenden, en lo más mínimo, el fenómeno divino y son presa de los manidos prejuicios contra el catolicismo interiorizados de “memorieta” bajo las órdenes del establishment cultural español. Un lobby conformado por comunistas revanchistas guerracivilistas que lideran la tendencia cultural española empapados de una hipocresía patológica.
El resto de personajes de la película son meras piezas funcionales cuyas personalidades son un conglomerado de clichés; la latina, limpiadora y camella (estereotipos al vuelo); la madre superiora, anacrónica e intransigente; el mismísimo dios, cuya personalidad es la propia de un viejo verde asalta cunas. Es escalofriante como estos dos ignorantes se aventuran osadamente a pertrechar el asesinato filosófico de Dios. La famosa cita de Nietzsche: “Dios ha muerto”, se hace patente, más que nunca, en este adefesio fílmico. Representar a Dios de manera antropomórfica: como un hombre (proseguimos con los tópicos) con sentimientos humanos es sinónimo de un analfabetismo espiritual sin parangón en la historia cinematográfica española contemporánea.
En síntesis, La llamada produce arcadas.

Jesús Kuicast (@jesuskuicastofficial)

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