Revista Arte

Cisne Negro

Por Fixeche
Cisne Negro
Puede que sea casualidad o tal vez un capricho del destino, pero en una semana he visto dos películas de Darren Aronofsky sin darme cuenta. La primera, Réquiem por un sueño (2000), y hoy Cisne negro (2010). Me centraré en esta última.
He oído todo tipo de críticas, desde gente que la adora a otros que la tachan de bazofia. De modo que me vi obligado a verla para salir de dudas. ¿Veredicto? Me gustó.
Cisne Negro es como un chicle de fresa relleno de ácido, según masticas vas apreciando combinaciones de sabores diferentes que no siempre son agradables. Cuenta la historia de Nina (Portman), una bailarina de ballet obsesionada con su papel en El lago de los cisnes. Es la candidata ideal para el papel principal de Cisne Blanco: frágil, pura y bella. Su rival Lily representa todo lo contrario, seductora, descarada y apasionada... y encaja mejor con el papel de Cisne Negro. Pero los dos personajes deben ser representados por la misma bailarina.
Con el paso del tiempo Nina sufre una lenta transformación interior hacia su lado oscuro (perdón por la broma de La Guerra de las Galaxias) donde la realidad y el delirio son indistinguibles. La película está cargada de señales que evocan la dualidad de Nina y su metamorfosis. El final de este drama psicológico ha sido tratado adecuadamente, como un clímax inevitable.

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