El de Ciudad Imperial es una de las denominaciones que con más frecuencia se aplican a Toledo y, sin embargo, no podríamos encontrar otra más impropia, pues si algo demostró esta ciudad fue su antiimperialismo al encabezar el alzamiento castellano contra el emperador Carlos I, que ha pasado a la historia como la Guerra de las Comunidades (1520-1522).La beligerancia de los toledanos fue especialmente notable y, tras la derrota de los comuneros en Villalar y el ajusticiamiento de sus tres principales capitanes: Francisco Maldonado, Juan Bravo y el toledano Juan de Padilla, todas las ciudades castellanas que se habían levantado en armas, firmaron la rendición. Todas, menos Toledo que con María Pacheco, viuda de Padilla, al frente, todavía continuó luchando varios meses hasta que las tropas imperiales terminaron sofocando a los sediciosos.La ciudad hubo de pagar alto precio por ello y una de las consecuencias fue la decisión de Carlos I de hacer construir la Puerta de Bisagra como "arco triunfal" de entrada a Toledo y colocar en su frontispicio el inmenso escudo con el águila bicéfala. Hoy este monumento es motivo de admiración para propios y extraños, ajenos todos a lo que, durante mucho tiempo, tuvo de afrenta para los toledanos aquel símbolo imperial contra el que derramaron su sangre y bajo el cual se veían en la humillación de pasar cada vez que entraban o salían del recinto amurallado por su puerta principal.
Revista España
El de Ciudad Imperial es una de las denominaciones que con más frecuencia se aplican a Toledo y, sin embargo, no podríamos encontrar otra más impropia, pues si algo demostró esta ciudad fue su antiimperialismo al encabezar el alzamiento castellano contra el emperador Carlos I, que ha pasado a la historia como la Guerra de las Comunidades (1520-1522).La beligerancia de los toledanos fue especialmente notable y, tras la derrota de los comuneros en Villalar y el ajusticiamiento de sus tres principales capitanes: Francisco Maldonado, Juan Bravo y el toledano Juan de Padilla, todas las ciudades castellanas que se habían levantado en armas, firmaron la rendición. Todas, menos Toledo que con María Pacheco, viuda de Padilla, al frente, todavía continuó luchando varios meses hasta que las tropas imperiales terminaron sofocando a los sediciosos.La ciudad hubo de pagar alto precio por ello y una de las consecuencias fue la decisión de Carlos I de hacer construir la Puerta de Bisagra como "arco triunfal" de entrada a Toledo y colocar en su frontispicio el inmenso escudo con el águila bicéfala. Hoy este monumento es motivo de admiración para propios y extraños, ajenos todos a lo que, durante mucho tiempo, tuvo de afrenta para los toledanos aquel símbolo imperial contra el que derramaron su sangre y bajo el cual se veían en la humillación de pasar cada vez que entraban o salían del recinto amurallado por su puerta principal.