Si bien en la plaza Tian´anmen uno debe quedar como suspendido en el tiempo para degustar las excelencias de la famosa Zhangyamen o Qianmen, puerta originaria de entrada a Beijing, imaginar este lugar, esta Puerta Nacional como baluarte de un inexpugnable fuerte militar, igualmente debemos enlentecer el pulso ante el templo de la armonía suprema o Zhong he dian (1420, dinastía Ming).
TEMPLO DE LA ARMONÍA SUPREMA O ZHONG HE DIAN
Reconstruido muchas veces por imperativo de los estragos provocados por el fuego, el actual data del año 1627. No menos admirable es la enorme piedra esculpida en una sola pieza durante el período de la dinastía Ming: pesa 20 toneladas y tiene unas dimensiones sobrecogedoras de 16.75 metros de longitud y 3 de anchura. Ahora me espera la “Puerta de la pureza celestial”, de idéntica época.
LOSA ESCULPIDA EN UNA PIEZA.
Como viendo siendo ya habitual, me topo con otro dramático suceso vinculado a los incendios impíos. El templo actual no verá culminado su esplendor hasta el año 1655, ya en tiempos de regencia Qing.
Nada más apropiado ahora que detenerse ante el egregio símbolo de fidelidad y amor eterno. Me sorprende gratamente la figura estilizada y retorcida de los cipreses entrelazados, que son punto de congregación fotográfica. Ante estos singulares árboles posaron en el día de su boda Puyi y Wan rong, últimos emperadores de la dinastía Qing. Querían con ello simbolizar sus anhelos de volar hacia el cielo azul como dos pájaros con un único par de alas; crecer juntos en la tierra partiendo de un mismo tallo, como dos árboles con sus ramas unidas.CIPRESES ENTRELAZADOS, SÍMBOLO DE AMOR Y FIDELIDAD ETERNOS
Anteriormente me detenía a comentar las barrabasadas provocadas por los incendios en este venerable entorno de maderas sin clavos. Me llaman la atención las enormes vasijas que veo diseminadas por todo el complejo palaciego. Me cuenta el guía local que tienen más de 5 siglos de antigüedad, y que eran utilizadas para almacenamiento de agua en caso de producirse un incendio.
Si levanto un poco la vista, me encuentro inmediatamente con la mirada congelada de los guardianes de los templos, apostados en los tejados, y con los símbolos del emperador, el dragón, o los de la emperatriz, el ave fénix.
GUARDIANES PROTECTORES DE LOS TEMPLOS
Si bien es cierto que las llamas dieron buena cuenta de los palacios de la ciudad prohibida, no menos inclementes fueron los vandálicos batallones napoleónicos que los desvalijaron; acto impúdico que no tuvo el menor reparo en emular después el pueblo llano, conminado a residir a las afueras de estos inexpugnables muros.
Otro detalle que no se me escapa es la carestía de árboles en este área. No hay lugar aquí donde guarecerse. El emperador lo dispuso de esta manera para que ninguno de sus guardianes pudiera ocultarse tras ellos y así confabular oscuras tramas criminales contra su persona.
Abandonando este complejo suntuario, ya en la zona imperial, sí veo algunos árboles dignos de las más laudables prosopopeyas. Etiquetados por colores, las de fondo verde nos hablan de ejemplares de entre 100-300 años. Las etiquetas rojas descubren la longevidad de árboles que superan los 3 siglos. Es imponente el exterior, rodeado de un canal artificial de 50 metrosde anchura y muros de más de 12 metros de altura.