La democracia no es sólo un conjunto de derechos y deberes, es ante todo una creación de todos y cada uno de los ciudadanos. La consecuencia de no tener esto en cuenta es sentirse dirigido y manipulado por los poderes fácticos, que son capaces de adaptarse a cualquier tipo de régimen político. Para poder expresar plenamente nuestros potenciales como ciudadanos debemos antes iniciar un proceso de desarrollarlos como individuos; es imprescindible un crecimiento personal para convertirnos en creadores de democracia. El hecho de elegir a nuestros representantes no es la esencia de la democracia, pues no nos garantiza ni tener los políticos más adecuados, ni el conocimiento suficiente para hacer una buena elección. Nunca debemos delegar nuestro poder, tan solo las funciones que no podemos realizar por nosotros mismos. No es posible actuar libremente sin un conocimiento veraz de los hechos que van construyendo nuestra sociedad. Los medios de información tienen una gran responsabilidad a la hora de seleccionar las noticias y comprobar sus fuentes. Si estudiamos con atención un telediario podremos descubrir como la mirada de los espectadores es dirigida siempre a determinados y reducidos puntos de vista. No se muestra casi nunca las posturas minoritarias, que de esta forma continúan condenadas a seguir siéndolo. Pero el ciudadano no está indefenso, tan solo debe aprender a buscar la información en la red, en vez de esperar en su butaca a que otros la seleccionen por él. La manipulación, consciente e inconsciente-debida a prejuicios invisibles para quien los habita-, puede ser un gran incentivo para convertirnos en creadores de democracia, en vez de esperar que otros lo hagan por nosotros. No solo la elección de la información forma parte de nuestro poder; hay una porción del mismo fruto de la sociedad de consumo: decidir qué productos compramos y a quién se los compramos. Cada vez que adquirimos algo estamos apoyando a todo un proceso que lo ha traído hasta nuestras manos. Está claro que la contaminación no existiría sin nuestra participación, lo mismo podemos decir de la explotación de trabajadores en la producción y, llegando aún más lejos, la propia hambre, una lacra mundial que los obsesionados por aumentar el consumo y la productividad parecen haber borrado de sus mentes, no podría existir sin nuestro apoyo inconsciente, en el día a día, a empresas y actitudes de nuestros gobiernos. Hay ciudadanos que ya están abriendo caminos, aumentando nuestro poder de elección; como los que trabajan en la creación de empresas del Comercio Justo, la Banca Ética, la Agricultura Ecológica…. Normalmente no salen en los telediarios, aunque probablemente están consiguiendo muchos mejores resultados que los protagonistas habituales de las grandes portadas. Te invito a conocer a unos pocos en el siguiente documental que, a pesar de tener un formato de cuento, nos habla de un día a día muy real.
Cuéntame otro mundo from losingART on Vimeo.
El papel fundamental de una verdadera democracia es crear el clima adecuado para que todos sus miembros puedan alcanzar su pleno potencial como personas. Para ello es imprescindible que cada individuo recupere su poder y sea soberano de su propia vida; esto requiere todo un proceso personal de empoderamiento. Podemos empezar con pequeñas acciones en nuestra vida diaria y, paso a paso, convertirnos en creadores de democracia… ¿te apetece el reto…?