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Por las nubes
Además de ser una urbe, la Hydrogenase puede convertirse en nave aérea propulsada por el biohidrógeno que produce. En caso de catástrofe, se elevaría hasta una media de 2.000 m, y llevaría 200 toneladas de contenido a unos 175 km/h. Otra opción es convertirla en hospital ambulante. Su diseño en forma de huso aprovecha la capacidad de las microalgas de generar hidrógeno para el suministro energético, además de capturar CO2 y otros gases de efecto invernadero. Está diseñado por el arquitecto belga Vincent Callebaut.Para la mitad de la población mundial, la idea de hogar va asociada al asfalto, las aglomeraciones y las riadas de gente. Una tendencia ascendente, ya que el Programa de desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP) espera encontrar el 61,8% del mundo viviendo en ciudades en 2050. Hoy ya somos conscientes de los problemas que este tipo de crecimiento puede acarrearnos: dificultades en el acceso a los alimentos, la energía y el agua, exceso de contaminación y un alejamiento progresivo del ideal sostenible.Afortunadamente, contamos con una legión de conciudadanos lanzados a proponer soluciones. Desde los proyectos más visionarios, recogidos en las imágenes de estas páginas, hasta sólidas investigaciones destinadas a proponer enclaves cercanos a las fuentes de recursos o reducir la necesidad de largos desplazamientos. Entre las líneas más innovadoras se encuentra la de quien apuesta por recurrir al espíritu democrático y dejar que todos participemos en la planificación y el funcionamiento de los entornos urbanos del futuro. ¿Cómo? Por medio de las tecnologías de la comunicación.
Las rutas de la información
En ellas se centra el laboratorio Senseable City del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Su apuesta parte de la posibilidad que nos ofrecen los nuevos medios de identificar geográficamente el itinerario de las comunicaciones. Por ejemplo, el tráfico de los móviles reproduce dónde se concentra la población. Si añadimos una red de sensores estratégicos, obtendremos un mapa del pulso de las calles (y sus niveles de tráfico, contaminación e incluso conflicto en tiempo real. Bastará con mirarlo para decidir qué ruta escoger, cómo movilizar un dispositivo de salvamento o dónde situar un nuevo carril- bici o paneles solares. Pero esa interacción va un paso más allá.
Lo que los investigadores han llamado wikiciudad parte de una intervención activa de los habitantes en la toma de decisiones urbanísticas y de gestión. Los arquitectos, según Carlo Ratti, director del laboratorio: “Podríamos concentrarnos en los parámetros de creación de formas y producir resultados diversos a partir de las aportaciones de los ciudadanos”. Así, las ciudades se modelarían según las características y necesidades reales de quienes las llaman su hogar.