“…ahora escucha nena…relájate…querías sexo y muerte…y tienes sexo y muerte.”
Preston Mayrock “The Shadow” nº 4.
The Shadow 1 al 4 USA de Howard Chaykin (1986).
La cita que aparece sobre estas líneas, se lo dice Preston Mayrock a su esposa Mercy en el clímax final de la reinterpretación que Chaykin realizó del clásico personaje pulp en 1986. Una frase que bien define la miniserie en su conjunto y en general la obra de Howard Chaykin, uno de los más grandes “enfant terribles” del cómic americano de todos los tiempos.
Chaykin, autor que venía de cosechar grandes éxitos de crítica, por su famoso cómic independiente “American Flagg”, fue propuesto por una DC Comics en auténtica ebullición creativa (era 1985, la época de Watchmen y The Dark Knight Returns) para que actualizara a La Sombra para el público de los años 80. Lo primero que Chaykin le dijo al editor Joe Orlando, fue que no tenía intención de hacer un pastiche del pulp de los años 30. Por lo tanto, el primer paso de Chaykin fue traerlo a la época contemporánea, a los convulsos, consumistas y decadentes años 80. La década de la explosión de los medios de comunicación, el sida, el miedo al holocausto nuclear, y la cocaína. Todos estos temas son tratados en la miniserie, como por ejemplo los medios, con esas pantallas de televisión con bustos parlantes que enlazan escenas y proporcionan información al lector, o el pánico nuclear, con ese misil de reminiscencias sexuales y motivo de excitación para Mercy y de poder para un lisiado Preston Mayrock.
La segunda misión que se auto-impuso Chaykin fue hacer coherente 50 años y 300 novelas del personaje, consiguiendo en unos escasos cuatro números, acabar con todas las incongruencias que el personaje arrastraba en su ya larga historia y eliminar casi todo el componente místico y sobrenatural que tenía, para convertirlo en un personaje con los pies en la tierra y fuera aceptado por el descreído público de la década de los 80.
Esta miniserie, a la que englobo dentro de una trilogía de sexo y violencia, que Chaykin continuaría en “Blackhawk” y posteriormente en su fundamental “Black Kiss”, es un prodigio de narrativa, de cinética y de aprovechamiento de los recursos que la narrativa gráfica posee (es fascinante el uso de las onomatopeyas por parte de Chaykin, convirtiéndolas en un personaje más de su narración, solo igualado por el uso que hace de ellas, Walter Simonson) y que no tiene ningún otro medio. Su estructura narrativa, cerrada y perfecta, que no deja ningún cabo por atar, es compleja en una primera lectura, sobre todo en un primer número que introduce al lector en medio de una historia que la gran mayoría de su público potencial no conoce, con una cantidad excesiva de nombres, personajes y situaciones. Chaykin no comienza a dar respuestas hasta el segundo ejemplar, donde da una lección de como contar el origen de cualquier personaje en escasas 20 páginas. Su tercer y cuarto número es un derroche de acción, violencia y venganza, con un final rápido, pero tremendamente climático, cerrando todas las piezas del puzzle y abriendo el camino a una nueva época de gloria para La Sombra.
Chaykin demuestra lo mucho que se puede contar en cuatro comic-books de 28 páginas cada uno. Una lección de modernidad sin moderneces, de contemporaneidad, en una obra adelantada a su tiempo, cuyos ecos se dejan ver en autores literarios como James Ellroy o cineastas como Quentin Tarantino o John Woo. Chaykin con esta obra llevó el mainstream americano a los límites de la censura y lo permitido (en 1989 los sobrepaso en su obra maestra “Black Kiss”), entregando una verdadera obra “Hard Boiled”, mucho antes de que Frank Miller con su Sin City, hiciera creer a una gran parte del público que había inventado la rueda.