Si ya resulta complicado ordenar una historia con cierta coherencia, imaginaros lo difícil que tiene que ser desordenarla y que no pierda su sentido. Eso se propuso en el año 2000 un desconocido Christopher Nolan para su segunda película como director, y el resultado no solo fue uno de los thrillers más sorprendentes de la historia, sino también el trampolín hacia la reputación más sólida del panorama actual.
Todo comienza con una idea. ¿Os suena? Esta frase extraída directamente de Inception sirve para describir a la perfección al clásico que nos ocupa. Christopher Nolan no contaba con un holgado presupuesto tras debutar sin pena ni gloria con Following. Tampoco disponía de actores con demasiada fama o incluso talento, ni un estudio que apostara fuerte por él. ¿Qué tenía entonces? Una idea. Una propuesta fresca y original. El guión de un thriller tan revolucionario como en su día lo fueron Tarde de Perros o Seven.
Pero más allá del trepidante viaje en montaña rusa que supone el argumento de Memento, y que analizaremos más adelante, su verdadero éxito y la razón de que estemos ante una cult-movie en toda regla está basado en la combinación de este último con una dirección innovadora, un adjetivo que tras más de un siglo de cine ya es merecedor de toda nuestra atención, y que en este caso está basada en un montaje brillante al que el inferior -aunque bastante más espectacular- de Black Hawk Derribado arrebató el Oscar.
Nolan da literalmente la vuelta al esquema narrativo tradicional y comienza el relato por el final obligando al espectador a revisionar la cinta una vez ha finalizado. Normalmente, cuando ves una película y al terminar no te has enterado bien de qué iba, suele ser problema del guionista o del director. En este caso, ese defecto se convierte en una virtud, transformando la experiencia en un juego de inteligencia donde el objetivo es colocar las piezas en orden. De hecho, una opción oculta de la edición especial en DVD es un montaje cronológico, que aunque mata en gran parte el espíritu de la cinta, también ayuda un poco a comprender mejor uno de los argumentos que más dolores de cabeza sigue creando en los cinéfilos de medio mundo.
Viudo y con una lesión cerebral por culpa de un misterioso atacante, el personaje de Guy Pearce, Leonard, es un hombre atormentado por los estigmas que el mismo se dibuja. Literalmente. Su cuerpo tatuado es el reflejo de una enfermedad que le impide retener ningún recuerdo más allá de los 15 minutos (amensia anterógrada), lo que le deja su piel como el único lugar fiable donde anotar los avances que realiza en su búsqueda de venganza, además de otros trucos como fotografías o notas al dorso.
Carrie-Ann Moss post Matrix
Lo que en el fondo nos cuenta Memento es una historia sobre supervivencia, pérdida de identidad y castigo. Leonard encuentra en la búsqueda del asesino de su esposa el único motivo para vivir, pero a la vez se introduce en una espiral de autoengaño tan retorcida y jodida que le lleva a condenarse una y otra vez a una vida de constante purgación. Lenny es incapaz de seguir adelante sin Catherine, así que una vez mata al verdadero asesino, decide que la emoción de la venganza era lo único que le queda, además de la mejor forma de honrar a su mujer.Más allá de los torturadores juegos de espejos en los que se sumerge Lenny, lo más sobrecogedor es que nunca llegamos a saber las veces que ha revivido una y otra vez la investigación y las circunstancias del ataque siendo manipulado por el camino por personajes totalmente interesados como Teddy (Joe Pantoliano) o Natalie. Al final, intentar delimitar qué queda de verdad en la identidad a la se agarra Leonard termina siendo una misión imposible.
Uno de los aspectos más discutidos de la cinta tiene que ver con la veracidad del relato sobre Sammy Jankis. La "versión oficial" presupone que Sammy era un cliente de la aseguradora para la que trabajaba Lenny que padecía la misma enfermedad que atormenta ahora a nuestro protagonista. Lenny no le creyó y rememorar una y otra vez su historia parece ser otra forma más de castigo y culpa.
Pero hay que tener en cuenta que los recuerdos del protagonista no son nada fiables y no son pocos los que interpretan al final de la cinta que la historia de Sammy es en realidad la de Leonard, que repitiéndola una y otra vez busca no perder el último recuerdo de su vida real que aún alberga su deformada mente. No en vano durante un segundo podemos ver al actor Guy Pearce en el lugar de Sammy en el psiquiátrico. Por supuesto, la respuesta definitiva solo la sabe Nolan, un amigo de los laberintos de final abierto como ha demostrado en Origen.
Un momento del rodaje.
Estamos ante la primera gran obra de un cineasta total, que fabrica los guiones que dirige a la perfecta horma de su visión y que sin huir nunca de la comercialidad, es capaz de acercar el cine de varias capas al gran público. Los grandes presupuestos y las legiones de fans llegaron tras Memento. Una idea bien planificada que nos lleva a la conclusión de que ante todo, Christopher Nolan es un guionista visionario. La prueba es que no es dificil encontrar a esta producción de unos modestos 9 millones peleándose con TDK por el primer puesto en los rankings sobre filmografía del director.