La experiencia gastronómica estará disponible los viernes y sábados en servicio de cena hasta el 10 de agosto.
Cuando Jaime Lieberman y Jon Giraldo abrieron las puertas de su casa, Spoonik Club, lo concibieron como un lugar en el que disfrutar de experiencias gastronómicas únicas y diferentes. Seguramente no tenían en mente llegar hasta donde están hoy.
Y ¡ojo!, no lo digo porque no se vieran capaces o por falta de ambición, sino porque era poco previsible en aquel momento que pensaran en gestionar un espacio como Ownew, la torre del Hotel Hesperia (aprovecho para decir que no es un restaurante giratorio. Eso es una leyenda urbana)
Cuando decidieron estudiar cocina iban tarde según ellos. Subían la media de edad de las aulas y según sus profesores “son buenos, cocinan rico y son creativos”. Era necesario darle salida a todo ese potencial, pero era difícil encontrar el lugar donde hacerlo, sobre todo, si el restaurante era de otra persona.
Así que empezaron a trabajar en su casa, enfocados en técnica-producto (producto de aquí con técnica europea general) a la que añadían alguna ligera pincelada de cocina latinoamericana. Curiosamente las mejores críticas a su menú degustación solían llevárselas esas pinceladas. A partir de entonces empezaron a introducir más platos latinoamericanos, escucharon a sus clientes y cambiaron, dejando atrás lo más convencional para conseguir una cocina con identidad propia.
No pararon allí, porque su inventiva da para más. Música, imágenes, sensaciones… todas forman parte de ese menú degustación que igual sirve para disfrutar de un plato y un buen vino como de una buena música y espectáculo visual. Y aún hay más, porque no se trata de empezar a poner parches sin sentido que hagan de una cena una performance de luz y color. La idea es llegar mediante todos estos estímulos a aquellos rincones del cerebro más escondidos y más instintivos para provocar una incursión en las emociones de cada uno. Por esa razón, buscan una cocina kinestésica que permita evadirse mientras que se es invadido.
Club Spoonik no es el gastronómico que era antes, ni tampoco es Anormal, el restaurante casual que sustituyó a Spoonik Restaurant. Es un lugar donde todos experimentan, incluidos ellos, en el que se crea una red conectada entre comensales, cocineros, artistas y personal que durante una noche comparten percepciones.
Hoy, aún gestionando esa cúpula, Spoonik Club abre hasta el próximo 10 de agosto, todos los viernes y los sábados, para ofrecer el Menú Summer Club.
Porque si hay algo que caracteriza a estos dos chefs son la inquietud, la creatividad y lo que parece ser una resistencia nata a quedarse de brazos cruzados. Un cóctel explosivo que resulta el caldo de cultivo perfecto para dejarse llevar, tanto ellos, como el comensal ávido de nuevas experiencias.
Las fechas de apertura de Spoonik Club son limitadas y existe una razón para ello. Tanto a Jon Giraldo como a Jaime Lieberman les gustar estar allí para recibir a los comensales. Spoonik Club es su casa y como buenos anfitriones, no tendría sentido no estar allí para darle la bienvenida a sus comensales.
Por eso su reapertura es, de momento, hasta el 10 de agosto. Es posible que después, cara al tercer trimestre del año, se puedan replantear uno nuevo menú para aprovechar los productos de temporada y, por supuesto, las nuevas ideas que seguramente durante este tiempo se les han ido ocurriendo.
En el Menú Summer Club se degusta una cocina latinoamericana elaborada con buena técnica. Mediante sus platos, se hace homenaje a productos característicos de América Latina como en Oda al maíz, que también sirve de homenaje a la bisabuela de Jon Giraldo; al Lulo, una fruta muy consumida en Colombia que ofrecen en gazpacho; a las arepas, a las salsa huancaína, al mole poblano o al cacao.
Todo esto acompañado de lírica y sonidos del caribe y del pacífico resultado del mestizaje de España y Latinoamérica.
No sabemos si en septiembre volverán a organizar cenas iguales o diferentes, si quizá vayan a explorar nuevos sonidos o si quizá nos hagan viajan a Brasil.
Tendremos que esperar. Mientras, aprovechemos ahora que lo tenemos seguro.