El dilema siempre es el mismo: uno se pone a pensar en el montón de lecturas indispensables que tiene pendientes y siente vértigos y mareos. Y para el afortunado poseedor de uno de estos nuevos y adorables cacharros electrónicos el problema se prolonga hasta el infinito. Ya lo abordó Gabriel Zaid en su magnífico ensayo: las pretensiones de un lector siempre son enormes en relación con sus posibilidades espacio-temporales. En fin, para eso están los clubes de lectura, para plantear estas y otras cuestiones a personas que lo comprenden a uno demasiado bien. Pasamos a enumerar las informaciones que tengo de este mes.
En el club de lectura de la Biblioteca Provincial, se está leyendo un clásico a través de los libros electrónicos, que sirven muy bien para las emergencias cuando no hay lecturas disponibles en papel: "Cañas y barro", de Vicente Blasco Ibáñez.
En el club de lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, otro clásico, en esta ocasión de principios del siglo XIX: "Mansfield Park", de Jane Austen.
En el club de lectura de Cincoechegaray, también nos alimentamos de clásicos, aunque esta es una lectura particularmente difícil y apasionante: "El ruido y la furia", de William Faulkner.
En el club de lectura de la Casa del Libro de Málaga, una novela que desconozco, pero con un título estimulante: "La librería ambulante", de Christopher Morley.
Y en la Fnac de Málaga, parece que revive el club de lectura: "Tokio blues", de Haruki Murakami.
También celebramos este mes taller de cine y literatura en Cristóbal Cuevas. Debatiremos acerca de "El club de los poetas muertos", de Peter Weir.
Como de costumbre, cuando me vayan llegando nuevas informaciones, las iré poniendo en la columna de la derecha. Felices lecturas primaverales.