El otro día me encontré por casualidad con algo bastante extraño: estaban emitiendo un programa sobre libros en Telecinco. Su presentadora era Mercedes Milá, la de Gran Hermano. ¿Se estaba redimiendo por años y años dedicados a la telebasura? En cualquier caso me alegré. Sin llegar ni a rozar la calidad de cualquier producción de La 2, el programa tenía un formato ágil y entretenido, muy adecuado para llegar a las nuevas generaciones, a esas a las que es difícil hilvanar un discurso más allá de los ciento cuarenta caracteres de Twitter. Se trataba de que los invitados - gente normal y algún que otro escritor - recomendaran un libro y repudiaran públicamente otro. Lo cierto es que los títulos, en casi todas las ocasiones, eran best sellers de esos que intentan llamar la atención del lector poco experimentado cuando entra a una librería. Hubo una excepción muy notable: la de un chico que recomendó La montaña mágica, de Thomas Mann y repudió El guardián entre el centeno, de Salinger. Le ofrecí un brindis de la taza de café que estaba bebiendo en ese momento. En cualquier caso me alegré de que al menos se ofreciera a la audiencia de Telecinco un programa cuyo decorado son estanterías repletas de volúmenes, un pequeño oasis entre la basura del corazón habitual, a pesar de las ansias permanentes de protagonismo de la presentadora y su machacón mensaje de que, a pesar de todo, ella es una intelectual incomprendida. También puede servir para dar a conocer librerías al gran público, en un momento en el que muchas de ellas se encuentran en un momento difícil, a punto de echar el cierre algunas de ellas. A ver cuanto dura en antena Convénzeme, con Z de Zweig. Pobre Zweig, si hubiera sabido que iba a protagonizar un programa de Telecinco, su suicidio hubiera tenido mucho más sentido...
Como es costumbre, los clubes a celebrar en este mes - muchos se suspenden hasta el año que viene - en la columna de la derecha.