Vivo en una ciudad de inviernos suaves. Tan suaves que se parecen mucho a la primavera de otros lugares más al norte. Sin exagerar demasiado podría decirse que aquí tenemos seis meses de primavera seguidos de seis meses de verano. Raro es el día en que se pierde de vista el Sol y cuando se oculta, las nubes no duran más que unas horas. A veces el cielo descarga con voracidad, como en cualquier sitio, pero lo normal aquí es poder sentarse cualquier día del año (a excepción de los días más calurosos del verano) en una de las innumerables terrazas a tomar algo sintiendo agradablemente los rayos del Sol en el rostro. Quizá esta bendición de buen tiempo eterno sea uno de los motivos por los que en esta ciudad se lee poco. Es difícil ver a alguien con un libro en una de estas terrazas, o en el transporte público. Si se lee algo es en la pantalla del móvil, un aparato que cada vez sirve para más cosas y pronto permitirá usos insospechados. Menos mal que nos quedan los clubes de lectura, con fieles compañeros siempre dispuestos a destripar libros de toda época y condición. En este mes continúan sus actividades en todo su esplendor.
En la Biblioteca Provincial leemos El cerco, una novela muy original y repleta de sabiduría literaria que su autor, nuestro compañero Pepe Jiménez, ha tenido la amabilidad de dedicarnos. Su presentación será a finales de mes.
En la Biblioteca Cristóbal Cuevas, una de las mejores novelas del maestro Vargas Llosa, una disección sin contemplaciones de lo que significa padecer una dictadura para un país: La fiesta del Chivo.
El club de lectura de la tetería Zouk se traslada este mes a El Harén (a no ser que a última hora me lleguen noticias en otro sentido) y se comentará un libro que yo personalmente hacía tiempo que tenía ganas de leer: Matadero cinco, de Kurt Vonnegut, en torno a uno de los hechos más absurdos del final de la Segunda Guerra Mundial: el bombardeo y destrucción de la preciosa ciudad de Dresde.
En el club de lectura de Más Libros Libres, una novela de un autor húngaro, lo cual siempre es una garantía de calidad, que recorre buena parte del siglo XX a partir de la historia de una pasión: Breve historia de un amor eterno, de Szilárd Rubin.
Los clubes de lectura que organiza el Ateneo se dividen como sigue: en Málaga, una obra de uno de nuestros mejores escritores de la actualidad: Corazón tan blanco, de Javier Marías, en Torremolinos, un experimento muy original con la lectura de tres narraciones en torno a un tema similar: La casa de las bellas durmientes, de Kawabata, y El avión de la bella durmiente y Memoria de mis putas tristes, de García Márquez. En Fuengirola, Los verdes campos del Edén, del exitoso Antonio Gala.
En la Casa del Libros, dos clubes de lectura. El primero de ellos dedicado a todo un clásico del que ya tuvimos oportunidad de hablar hace un año en Cristóbal Cuevas: Otra vuelta de tuerca, de Henry James. El otro, dedicado a dos de los mejores autores de literatura fantástica de la actualidad: Terry Pratchett y Neil Gaiman con Buenos presagios.
En la Fnac, un libro de uno de los autores más originales y leídos del siglo XX: Roald Dahl con Mi tío Oswald.
En Librería Luces, todo un acierto el libro elegido este mes, una deliciosa novela que permanecía oculta al lector español hasta hace poco: Las chicas del campo, de Edna O Brien.
En la Biblioteca Emilio Prados, de El Palo, una novela perteneciente a la prestigiosa trilogía de Deptford, de Robertson Davies: Mantícora.
Y por fin, hay que hablar de los cine forums. En el que yo organizo en la Biblioteca Cristóbal Cuevas, un tema de máxima actualidad, el aborto, con la magnífica película rumana Cuatro meses, tres semanas y dos días, de Cristian Mungiu. En la Biblioteca Dámaso Alonso de Ciudad Jardín, un clásico indiscutible del gran Fritz Lang: M, el vampiro de Dusseldorf y en el Ateneo de Málaga, una singular película de Pasolini que tuve ocasión de ver hace unos meses: Pajaritos y pajarracos.
Todas las novedades y cambios que vayan surgiendo, como siempre, en la columna de la derecha. Que disfruten del Sol de esta inminente primavera. ¡Felices lecturas!