Cuando pienso en la manera como he de abordar esta entrada, recuerdo la manera como Fernando Vallejo dio inicio a "La puta de Babilonia". Repetir su "fina" selección de palabras es algo que no pienso hacer, pero quizá convendría agregar un pie de página que nos remita a ese inicio, para que el lector pueda nutrirse de una importante cantidad de sandeces que podrían resultar aplicables a este caso.
Mi objetivo, por supuesto, no es la Iglesia Católica, sino algo mucho más celestial, el actual Fiscal General de la Nación. Digo celestial, porque al parecer, como lo pensara Pablo de Tarso en su momento, el actual Fiscal General de la Nación siente que es un profeta de la justicia y del derecho, que la República esperó 200 años a partir de tontos experimentos de poder, para recibirlo entre fanfarrias. Él, como muchos otros que han tenido la oportunidad de realizar estudios por fuera de Colombia, siente que después de la sapiencia de sus maestros, viene su propia sapiencia. En otras palabras, son el número 2 a nivel mundial y el número 1 a nivel nacional.
Quizá el lector desprevenido ya haya podido percibir que al "Templario" le tengo un especial cariño. Le tengo el mismo nivel de cariño que le tengo a los toreros, o a otros series de este bestiario. ¿Por qué, entonces, referirme al señor Eduardo Montealegre Lynett como"El Templario"? Sencillo, porque es una caricatura de lo que eran los templarios de antaño. Es un ente que quedó en modalidad de tentativa, de uno de estos caballeros de la Edad Media.
La Orden del Temple, era una orden que surgió como defensores armados de la fe católica. Junto con otras órdenes de su época, se pusieron a disposición del Papa para defender la fe ante los infieles. Participaron activamente en las cruzadas, y su fervor cristiano y habilidad militar los llevó a ganarse rápidamente el favor de la Iglesia, y el favor de los monarcas de la época. Es decir, los templarios eran queridos por todos. Eran los superhéroes del medioevo y todos los querían. Sin embargo, la Orden tenía otros intereses que trascendían la defensa de la fe. Empezaron a adquirir un importante poder económico que les permitió ejercer dominio real sobre muchos reinos. Eran "la banca" de a época, y supieron con absoluta certeza que quien tiene el dinero, tiene el poder real.
A ellos se les ha vinculado en muchas historias de ocultismo y de planes cabalísticos que los llevaba a considerarse como personas elegidas. Junto con su poder militar, el económico y el político, los templarios pasaron a constituirse en una amenaza para el poder establecido, y especialmente, para el poder papal. Por ello, Felipe el Hermoso, "el rey de hierro" y el Papa, se aliaron para acabar con esta amenaza, y llevaron a la hoguera a Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple. Supuestamente fue el fin de los templarios, pero durante muchos siglos se ha sugerido que la orden nunca murió, sino que se transformó. Paso de la visibilidad a la invisibiidad. De allí, han surgido las más reconocidas y también desconocidas sociedades secretas. Muchos sostienen que la masonería es a versión actual de la Orden del Temple, pero hay otros que lo niegan.
Independientemente de que postura asuma esta gaviota al respecto, lo cierto es que los "hermanos" templarios se caracterizaron siempre por los siguientes aspectos:
1) Eran personas altamente preparadas e instruidas.
2) Tenían relaciones con las clases poderosas, y por ende, incidían en el ejercicio del poder.
3) Tenían una misión pública loable que los enaltecía, y otros objetivos privados muy secretos que realmente los guiaban en su actuar.
4) Su modus operandi los llevaba a que nunca era claro si ellos habían actuado o no. Las cosas simplemente ocurrían, y quedaba siempre la duda de si los templarios habían tenido algo que ver.
5) No importa el tipo de situación que pudiera presentarse, o qué tan cercanos fueran con ciertas clases poderosas, el templario siempre sabe que primero está su hermano de la orden, y luego el resto del mundo. En consecuencia, NUNCA hará algo que ponga en peligro a alguno de sus hermanos.
¿Qué tiene que ver esto con el Señor Montealegre? Todo. Habrá una segunda entrada a respecto (él se lo merece), pero por ahora conviene mostrar alguno de sus rasgos característicos, para que el lector pueda entender de qué se habla. A Eduardo Montealegre lo caracterizan exactamente los mismos cinco puntos de atrás.
Este es un blog de crítica jurídica y crítica política y es por ello que hablamos de Montealegre. Montealegre, el ex Magistrado de la Corte Constitucional, el actual Fiscal General de la Nación, el ilustre penalista, es una de las vergüenzas más grandes que pueda portar tarjeta profesional expedida por el Consejo Superior de la Judicatura. Nuevamente, recordando a Fernando Vallejo, da pesar que no haya querido investigar sobre "el templario" y sí sobre la Iglesia Católica.
En la segunda parte de este ingreso, haré referencia a algunas cosas que quizá el lector desconozca de "el templario", y veremos si parece ser tan gracioso el personajillo.