Revista Cine
El 17 de octubre de 1968 se estrenó Bullitt, una de las películas esenciales en la filmografía de Steve McQueen. Con el paso del tiempo, la cinta se ha convertido en un icono del género policíaco y, junto a la franquicia de Harry el Sucio (Dirty Harry), son las que más y mejor han aprovechado las calles de San Francisco en la gran pantalla.
El teniente Frank Bullitt (Steve McQueen) es un experto agente del departamento de policía de San Francisco. Una investigación política de alto rango ha traído a la ciudad a un ambicioso Congresista. Su nombre es Walter Chalmers (Robert Vaughn) y está inmerso en la apertura de una investigación contra el crimen organizado. Su testigo estrella es Johnny Ross (Pat Renella), un miembro destacado del sindicato del crimen de Chicago que ha decidido confesar a cambio de ventajas judiciales.
Pero cuando Ross es asesinado, en el hotel donde se escondía, por la acción de dos sicarios, todo se desmorona. La trama nos irá desvelando algunas sorpresas que trastocarán las hipótesis iniciales del caso.
La película fue un éxito en la época. Además de un guión contundente y con pocas fisuras, el film sacó partido de la particular estructura de San Francisco para que las escenas de acción y persecuciones fueran novedosas y espectaculares. Peter Yates, director del film, aprovechó al máximo los exteriores y creó una cinta neo-noir de primer nivel. La partitura musical compuesta por Lalo Schifrin también puso de su parte para crear la atmósfera idónea. McQueen se documentó a fondo para el papel y trabajó varios días junto a Dave Toschi, el investigador principal del caso Zodiac.
Sin embargo, si por algo es conocida la cinta, además de su contenido formal, es por la persecución automovilística que tiene lugar hacia la mitad del metraje. Dicha escena, que dura casi once minutos, sigue siendo un icono del cine de acción. La forma de rodarla, sin artificios extravagantes, la dota de un realismo extraordinario. Esta secuencia cambió la historia del cine para siempre.
La "coreografía" de la escena fue planificada con esmero. Como era habitual en él, McQueen estuvo involucrado intensamente en la realización y condujo en la mayoría de las tomas aunque delegó algunas de ellas en su doble de confianza, Bud Ekins, con el que ya había trabajado en La Gran Evasión (The Great Escape, 1963).
Ekins se encargó fundamentalmente de los espectaculares saltos en las empinadas calles de San Francisco. Los coches debían realizar los saltos a más de 100 km/h y Ekins no podía llevar casco puesto que estaba doblando a Bullitt. Afortunadamente, los autos estaban equipados con jaulas antivuelco. Ekins también hizo de motorista en otro momento de la escena.
La compañia Ford suministró a Warner Brothers dos Ford Mustang V8 GT Fastbacks, color verde oscuro, para el rodaje. El veterano corredor Max Balchowsky modificó las características de los coches para hacerlos resistentes a las exigencias de la escena. Por otra parte, se utilizaron dos Dodge Charger V8 440 Magnum, de color negro, para mostrar el coche de los sicarios.
La persecución se inicia en Fisherman's Wharf, seguida por momentos en el midtown de la ciudad, la Coit Tower, y Filbert Street. La secuencia finaliza en Guadalupe Canyon, en los límites de un municipio cercano llamado Brisbane.
Un tercer coche se encargó de grabar las imágenes en movimiento persiguiendo a los protagonistas de la acción. Se utilizó un Corvette de 1966 modificado para incluir una plataforma donde ubicar al operador y las cámaras.
McQueen realizó una gran parte de la escena asumiendo varios giros peligrosos y poniendo al Mustang a 170 km/h en los instantes de la autopista. Pero, para los momentos finales, entró en escena un tercer conductor: Carey Loftin.
Loftin, conduciendo el Mustang, llevaba a su lado el Charger enganchado para mostrar la pugna máxima en la carretera. En el Charger ya no había conductor sino un muñeco para engañar a la cámara. Llegados al momento previsto, Loftin activó un dispositivo que soltaba al Charger para que se estrellara contra una estación de servicio, causando una gran explosión. La escena no salió como estaba prevista pero la posterior edición, en la sala de montaje, salvó la situación. En total fueron necesarias tres semanas para rodar esta inmortal persecución automovilística.
Nadie resultó herido durante el rodaje y sólo hubo una incidencia cuando el Charger destruyó una cámara en una colisión con otro coche. Es cierto que se observan algunas inconsistencias y extrañas apariciones de automóviles al repasar la secuencia. Pero nadie es capaz de verlo en un primer visionado. Es muy difícil conseguir que este tipo de set pieces puedan resultar impolutas cuando se realizan en un periodo tan alargado de tiempo y necesitan una coordinación que nunca puede llegar a controlarlo todo.
De los dos Mustang, sólo sobrevivió uno que, al parecer, ha estado en manos de varios propietarios. Incluso McQueen trató de comprarlo en 1977. El dueño actual es desconocido aunque algunos aseguran que el coche se encuentra en un granero del valle del Río Ohio.
Con el tiempo se han hecho varias réplicas. El experto Dave Kunz ha realizado una que ha sido alabada por las revistas especializadas y por la propia compañía Ford que ha llegado a utilizarla en promociones publicitarias.
El estilo de persecución realista que imprimió Bullitt sentó cátedra y varias películas posteriores trataron de imitarlo. Quizá la última apuesta en favor de esta idea se vio en Ronin (1998), de John Frankenheimer.