La icnología es la ciencia que se encarga del estudio de los rastros dejados por los organismos en tiempos pretéritos y que se han conservado como fósiles. Para nombrar a estas evidencias, se hace uso de la taxonomía linneana, creada para nombrar especies. Así, esta a veces es llamada "parataxonomía" o "pseudotaxonomía", pues no se están nombrando especies biológicas, sino rastros con morfologías compartidas, por lo que en icnología se cuenta con "icnoespecies". Estas no pueden -ni deben- ser asignadas a taxones compuestos por especies corpóreas, salvo por el raro caso de encontrar al hacedor de la marca a un lado de la misma. Cualquiera que te diga que sí se puede, está no sólo mintiéndote, sino además está tomando una postura de charlatanería y pseudociencia.
El cangrejo cacerola Mesolimulus, con un rastro detrás es un caso excepcional donde podemos asignar las huellas con su hacedor. Fotografía (CC) Ghedoghedo.
Lo que sí que pueden hacer los científicos que estudian esto, los icnólogos, es decir qué grupo de organismos fue el probable hacedor de la marca. Por ejemplo, las huellas se pueden asignar a familias conocidas o incluso a géneros, pero resultará casi imposible asignarlas a una especie. Aún en los casos donde sólo se conoce una especie corpórea en la formación geológica, no se puede atribuir a dicha especie la autoría -digamos- de una huella, pues como la historia de la paleontología nos ha demostrado, a veces, se descubren nuevos taxones similares que estaban ahí, escondidos en las rocas o en un gabinete de museo. Por eso es que esto de asociar icnotaxones a taxones es tan problemático. Pero eso no le quita el sueño a los icnólogos, pues ellos tienen todo un sistema para compara y clasificar este tipo de evidencia.
Kimberella quadrata, un organismo ediacarano que producía marcas de alimentación en los tapetes microbianos. Antes del descubrimiento de su fósil corpóreo al lado de las marcas, se pensaba que dichas marchas habían sido hechas por agentes abióticos o por gusanos desconocidos. Fotografía de Fedonkin (2009) The origin of the Metazoa in the light of the Proterozic fossil record.
¿Y a qué va todo esto? Pues para entender mejor la nota. Pues recientemente se publicó un estudio de icnología con unas huellas muy intrigantes que han puesto a girar la cabeza de lado a lado a todo el que lee el artículo. Pues, investigadores de Corea del Sur, Estados Unidos y Australia, presentaron un artículo donde describen lo que parecen ser las huellas de pseudosuquios (parientes extintos de los cocodrilos) que iban caminando ¡en dos patas!
El artículo lleva por título "Evidencia de rastros de grandes crocodilomorfos bípedos del Cretácico de Corea".
Los pseudosuquios bípedos son más o menos raros, pero existieron grupos con la propensión a este tipo de locomoción, como los poposauroideos, que vivieron durante el Triásico y se extinguieron poco antes de empezar el Jurásico.
Poposaurus gracilis, un pseudosuqio bípedo. Arte de Dr. Jeff Martz/NPS.
También existe otro grupo que era bípedo, pero cuyas capacidades bípedas fueron descritas relativamente hace poco, por lo que algunos están sorprendidos de que especies como el popular Postosuchus kirkpatricki fueran bípedos.
Investigación reciente coloca a esta especie y a algunos de sus parientes como bípedos. Arte de Dr. Jeff Martz/NPS.
Las huellas en cuestión fueron descubiertas en la Formación Jinju, que data del Cretácico temprano, probablemente del Aptiano, por lo que su edad rondaría entre 125 y 113 millones de años. Dichas huellas miden entre 18 y 24 centímetros de largo, por lo que se estima que sus hacedores medirían aproximadamente 3 metros de largo. Éstas constan de impresiones de pies con cuatro dedos dirigidos todos hacia el frente y con talones muy marcados.
Las huellas en cuestión. Tomado de Kim et al. (2020).
Estos rastros fueron asignados a un icnogénero previamente conocido: Batrachopus ("patas de rana"), que era conocido del tiempo en el que los pseudosuquios bípedos eran relativamente comunes: el Triásico y Jurásico. ¡Pero estas huellas datan del Cretácico! Además de eso, las huellas muestran una morfología lo suficientemente distintiva de las otras asignadas a Batrachopus, que recibieron su propio nombre de icnoespecie: B. grandis. Esta icnoespecie muestra además huellas con impresiones de piel y las marcas claras de los tubéculos plantares y digitales del pie del hacedor.
Detalle de varias huellas de B. grandis, note la impresión de piel del panel B. Tomado de Kim et al. (2020).
Gracias a su estudio, otras huellas más jóvenes, del Albiano, procedentes de la Formación Haman, previamente referidas a pterosaurios, son consideradas ahora, como pertenecientes a este icnotaxón. Pero más importante, los autores discuten plenamente que las huellas de las manos pudieran haberse erosionado o que se hubieran registrado en otro estrato superior ahora perdido. Sin embargo, nada apunta a este escenario, sino al menos verosímil: que eran realmente animales desplazándose en forma bípeda.
Reconstrucción artística de los presuntos hacedores de las huellas. Arte de Antoni Romilio y la Universidad de Queensland.
De ser cierto, esto pondría a sus hacedores como pseudosuqios fantasma, de linajes comunes durante el Mesozoico temprano, pero presuntamente ya extintos para cuando se hicieron las huellas. ¿Será que estemos frente a supervivientes discretos de la extinción Triásico-Jurásica? O también ¿podrá ser que se trate de crocodilomorfos (pseudosuqios más avanzados) desconocidos y que esperaríamos encontrar en años venideros en las rocas? Sólo el tiempo y más investigación lo dirá.
Fuente (de libre acceso):
Kim, K.S., Lockley, M.G., Lim, J.D. et al. (2020). Trackway evidence for large bipedal crocodylomorphs from the Cretaceous of Korea. Sci Rep 10, 8680 https://doi.org/10.1038/s41598-020-66008-7