«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos…». Si afirmamos que casi todos los mejores libros de nuestras vidas —el lector no vive solamente una vez— fueron best sellers, seguro que alguien frunce el ceño. Y, mira por donde, la frase que abre este párrafo es de «Historia de dos ciudades» de Dickens, un best seller de 1859. En «Código Best Seller» (Temas de Hoy), Sergio Vila-Sanjuán indaga en los orígenes de los libros más vendidos y establece el canon de los setenta títulos más relevantes. En el prólogo, José Antonio Marina identifica el best seller con «literatura vivida». Seamos provocadores. Atribuyamos esa característica al «Chacal» de Forsyth y el pedante de turno espetará que él prefiere, cómo no, el «Ulises» de Joyce.
¿De qué hablamos, entonces, cuando hablamos de best seller? El término se identifica con el comercialismo fácil olvidando, como no se cansa de repetir Carlos Ruiz Zafón, que Dickens y Balzac eran de los más vendidos, como el «Ivanhoe» de Scott o «Los misterios de París» de Sue. El marchamo de best seller es aplicable, por ejemplo, al Quijote. Cervantes hubo de batallar con tres ediciones piratas y el plagiario Avellaneda: escribió la segunda parte para que el público no confundiera la mercancía. ¡¡Mercancía!! (otra provocación). Vila-Sanjuán destaca el diálogo de don Quijote en la imprenta barcelonesa de Sebastián Cormellas: «Ya se plantean con claridad las cuestiones que preocupan en el mundo del libro actual: necesidad de rentabilidad, formas de distribución, porcentaje o cesión de beneficios».
La condición de best seller fue tipificada en 1895, cuando «The Bookman» instauró una clasificación que perdió su hegemonía en 1912 con la aparición de «Publishers Weekly». Un siglo después, conocer la cifra real de los más vendidos sigue siendo complicado: «Los editores no siempre quieren decir la verdad, y otras veces no pueden, ya que puesto que el mercado admite el retorno de los libreros de los ejemplares que no han vendido, pasan meses hasta que se sabe aproximadamente la venta firme», asegura Vila-Sanjuán. Es entonces cuando se invoca al oráculo Nielsen. El autor de «Código Best Seller» subraya la paradoja: «Una lista basada en sondeos a libreros, supermercados y grandes superficies, pero externa a las editoriales, les dice más a estas sobre el estado de sus ventas que sus propios cómputos».
Spanish best seller. Índice Nielsen, cómputos… Aunque la industria editorial nace en el siglo XIX con el auge del género histórico-romántico, el folletín y la novela gótica, el verdadero despegue se produce en el XX. La lista del best seller internacional de autoría española se abre con «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», de Blasco Ibáñez. Llevado al cine por Rex Ingram, con Rodolfo Valentino de gaucho argentino, fue en los años veinte el libro más vendido en Estados Unidos después de la Biblia. No era, por cierto, la mejor novela del autor de «Cañas y barro», precursor de los Pérez-Reverte, Ruiz Zafón, Julia Navarro o Javier Sierra. Del anecdotario patrio, recordar que en noviembre de 1975, con Franco agonizante, el libro más vendido era «Esta noche la libertad», de Lapierre y Collins, publicado por Plaza & Janés. El título, alusivo a la independencia de la India, sonó tan sospechoso en aquella coyuntura que un representante de la editorial fue retenido en la frontera hispanofrancesa.
Entre los factores que elevan un libro a los altares del comercio, Vila-Sanjuán señala el «boca-oreja», la planificación editorial, la adaptación cinematográfica o televisiva, el autor mediático o muy reconocido, la portada, el escándalo de índole diversa, o las modas imperantes, como sucede ahora con los vampiros. Pero la moda no originó best sellers como «Lo que el viento se llevó», «Sin novedad en el frente», «La casa de los espíritus» o el ciclo de Harry Potter: «No seguían una tendencia, sino que la estaban creando», puntualiza Vila-Sanjuán. Desde los años cincuenta del siglo pasado, cuando triunfaban Harold Robbins, James Michener, Irving Wallace o Irwin Shaw, el best seller se ha hecho global, con Salman Rushdie, Rowling o Murakami.
Canon best seller. Sugería Conrad que «sólo hay dos tipos de libros que se venden muy bien: los «muy buenos y los muy malos» y en el «Código Best Seller» identificamos muchas de las mejores lecturas de nuestras vidas. De la dickensiana «Canción de Navidad», al folletinesco Sue de «Los misterios de París», los mosqueteros de Dumas y la vuelta al mundo de Verne. Están Hesse con su «Siddartha» y los «momentos estelares» de Zweig. Vicky Baum, Pearl S. Buck, Margaret Mitchell, Daphne Du Maurier y Agatha Christie componen un quinteto femenino ligado a cines de sesión continua. El «long seller» lo firma el principito de Saint-Exupéry, el guardian de Salinger y el viejo marinero de Hemingway. Las intrigas corren a cargo de Conan Doyle, Simenon y Larsson. Los anillos, de Tolkien. Los puentes, de Madison y los paisajes románticos, de Pilcher. La dignidad humana del diario de Ana Frank convive con la cruda supervivencia de Charrière en «Papillon» o de «Viven» (clásico de periodismo, reeditado). Está Dan Brown, y el empalagoso Juan Salvador Gaviota, pero también García Márquez, Pasternak, Lampedusa, la rosa de Eco y el perfume de Suskind. Y la gran novela comercial: Forsyth, Follet, Puzo, West, Le Carré, Grisham, Crichton, King, Noah Gordon… Después de leer —o releer— los setenta títulos del canon, Vila-Sanjuán concluyó que «la mayoría han aguantado bien el paso del tiempo y siguen proporcionando un buen rato al lector sin prejuicios. Muchos best sellers son grandes libros… a su manera».
El best seller del mal. El periodista Antoine Vitkine indaga en «Mein Kampf. Historia de un libro» (Anagrama) las razones que mantienen la obra de Hitler entre los best sellers del odio racial junto con los «Protocolos de los Sabios de Sión». Desde su publicación, en 1925, «Mein Kampf», recuerda Vitkine, «se convertirá en uno de los libros políticos más vendidos de todos los tiempos. Incluso antes del ascenso de Hitler al poder, en 1933, lo compran centenares de miles de personas y se traduce a una veintena de idiomas».
La derrota de 1945 no menguará la curiosidad hacia ese libro que nadie ha leído en su totalidad y que se propaga en versiones resumidas. Una obra que anuncia el genocidio y que figura entre las más vendidas del mundo árabe donde «la conjunción del nacionalismo y el antisemitismo, añade Vitkine, inextricablemente ligados a la lógica paranoica y xenófoba de Hitler es objeto de una cálida acogida». Si los «Protocolos» «inspiran» al islamismo, «Mein Kampf» nutrió los textos fundacionales del panarabismo: desde el muftí de Jerusalén Husseini al egipcio Nasser o el libio Gadafi. En 2005, el best seller del nazismo ocupó el segundo lugar de los más vendidos de Turquía con 80.000 ejemplares.
Ficha del Libro: Editorial Temas de Hoy.