Revista Salud y Bienestar
Cuanta información pueda complementar la que nosotros damos a nuestros pacientes habrá de ser siempre bienvenida, cuando cumpla unos criterios básicos de objetividad, claridad en la exposición y fiabilidad. Por otra parte el paciente habrá de saber leerlas con las dosis de sentido crítico que suelen ser necesarias, para el adecuado aprovechamiento de la información.
Cuando hablamos de fuentes de información hemos de comenzar enumerando las famosas Fichas Técnicas de los medicamentos, los prospectos a los que siempre se les imputó la capacidad de ir sembrando cierto pánico... Y es verdad que con alguna frecuencia pude oir en la consulta:
-. "Compré el medicamento que Ud. me dijo, pero leí el prospecto y no lo tomé, porque dice que puede..."
En cada cupo existe un contingente de enfermos, con los que resulta necesario detenerse a explicarles aspectos que acaben tranquilizándoles, a la vez que formándoles en un mejor uso de estos suplementos de información, con frases como:
"Los prospectos se escriben desde un punto de vista legal, más que médico"
"Si el medicamento se llamase AGUA, el prospecto habría de recoger la posibilidad de ahogarse, o de sufrir un Tsunami...", etc...
Desde el advenimiento y la popularización de internet, las posibilidades de conseguir información se han elevado hasta un cierto infinito, y con ello también las de tropezarse con fuentes de todo punto inadecuadas. De ahí surge la necesidad de certificar la información, de blindarla con un halo de fiabilidad, para eso nacen Fundaciones como Healt on the Net (Salud en la Red), cuyo código HON garantiza la supeditación de la fuente a unos determinados principios.
Recuérdelo y siempre que quiera revisar un determinado tema médico en internet, añada a la palabra escrita en el buscador el término HONCODE. Por ejemplo: en lugar de escribir "Diabetes", escriba Ud. "Diabetes Honcode", con lo que únicamente obtendrá resultados certificados.