Durante aquellas siete semanas de libertad vigilada (dos hembras en celo y un eunuco rabioso eran los encargados de, conmigo, perder también más tiempo) solamente sostuve tres o cinco conversaciones serias con el malversador apócrifo y feo de mis inmuebles, bienes gananciales y zafiros esmaltados de sangre azul; y leí además al bello cascarrabias tuerto de Arturo Sch., eso me dañó el páncreas de modo tangencial y casi definitivo, no es apropiado tener lucidez meridiana y perder los modales criticando a propios y extraños, salvando obstáculos y túmulos a golpe de serenidad, con rectitud repartida entre los pliegues, repliegues y circunvoluciones cerebrales, intestinales y reflexivas. La opaca concavidad de la Serenidad…
Debe usted poseer cojones de magnitud menos confidencial y darse en semilla a todo sursuncorda que acuda a escucharlo mentir sobre el Gope de Estado estatutario.