Algunos afamados periodistas que alzan la voz y señalan a Baltasar Garzón por archivar una querella contra Emilio Botín después de haber pedido y recibido financiación del Banco Santander para unos cursos por los que cobró (por lo cual está acusado de presunto cohecho y prevaricación) llevan años dedicándose a lo mismo que ahora critican, a cobrar por hablar bien de alguien, o a hablar bien de quien les paga, tanto monta. No cometen delito porque no son jueces, pero prostituyen su pretendida imparcialidad.
Son tertulianos y columnistas de primera línea en Madrid que desde hace años se pasean por los platós de Canal 9 (supongo que también por otras teles autonómicas), con todos los gastos pagados, para participar en tertulias de madrugada que casi nadie ve y que les pagan (pagamos) a un pastón el minuto. A los más lameculos hasta les ponen programas. La fórmula es efectiva y mucho más barata que comprar voluntades con publicidad institucional. Se compra al periodista, no al medio. Así consiguió Zaplana tener tan buena prensa en Madrid, y por el mismo camino iba Camps hasta que se le cruzaron los trajes. Seguro que algunos tertulianos son honestos y algunas loas al presidente valenciano son sinceras, pero cuando las leas o escuches, antes de tragártelas, entérate de si el autor colabora en Canal 9. A mí también me parece censurable -no sé si condenable, ya lo dirá el Tribunal Supremo- que Garzón no se abstuviera en la causa contra Botín, pero yo puedo criticarlo sin ser un hipócrita.