Pensaba que era un invento alemán, pero buscando en internet, me he encontrado con que sí que existen en España y, además, de varios tipos y modelos.
Me refiero, por supuesto, al cojín de lactancia (Stillkissen).
Cuando di a luz a mi primer hijo en Madrid, no vi ninguno; pero claro, en el hospital tenía habitación propia y no había sala de lactancia.
Los descubrí con mi segundo hijo. Los había visto ya en alguna tienda de bebés (casi todas) en Berlín, pero no les veía la utilidad, la verdad. Hasta que, en el hospital, en las salas de lactancia los usé.
Toda madre sabe lo difícil que es encontrar una postura cómoda para alimentar a un recién nacido (ya sea con pecho o biberón). Por lo menos yo he tenido que colocar cojines a mansalva para no destrozarme la espalda o evitar un tirón muscular. Y no era tan fácil, ¡qué va! Había que elegir los cojines más cómodos y combinarlos a la perfección (el largo debajo del niño, otro para nuestro brazo…), 1 cm. más a la derecha o a la izquierda, un hueco que se abre entre ellos en plena operación y vuelta a empezar (sacar al niño del pecho, recolocar zafarrancho entre llantos…). Un coñazo, vamos.
Con estos cojines esto se acaba. Los sillones del hospital (o la cama) no eran lo más cómodo del mundo, sinceramente, pero con los cojines de lactancia no había problema.
Los hay de diferentes formas, tamaños, materiales e incluso rellenos (de cereales, algodón o lana). A mí el que más me gustó es el del tipo de la imagen y relleno de algodón (o lana, no sé, pero era blandito seguro).
No me lo llegué a comprar con mi segundo hijo porque la lactancia empezó mal desde el principio y pensé que no merecería la pena: tampoco son especialmente baratos y ocupan mucho espacio (y tampoco sabía que me iba a volver completamente loca y quedarme embarazada otra vez tan pronto).
Pero para el siguiente cae uno seguro.
El único problema que le veo es que es un poco mamotreto y, por lo tanto, nada fácil de transportar. Mi cuñada lo tiene (por eso me he acordado, que está de visita) y no lo está usando nada ahora mismo, con el calor que hace y todo el día en la calle. A mí, en cambio, creo que sí me va a compensar el gasto, porque doy a luz en noviembre y no creo que, con las condiciones meteorológicas del mierdapueblo por esas fechas, salga mucho con el bebé, así que casi todas las tomas serán en casa calentita (aunque no tranquilita).
Para las que prefieren (o tienen que) dar biberón, no me atrevo a asegurar que compense, aunque no creo que pueda venir mal, porque también hay que ponerse cómoda para darlo (y preparar el sitio con cojines varios) y además se le pueden dar otros usos (hacer una especie de “camita” improvisada en el sofá, por ejemplo, o ponerlo incluso de chichonera).
En cualquier caso me parece un invento estupendo y, viendo que aquí no es demasiado conocido, igual a alguien no le viene mal la información.