Por Javier Becerra E. Desde el año 1955 se advirtió que, al menos en la Cuenca de Santiago, se registraba empíricamente una sobreexplotación del agua subterránea que se traducía en descenso de niveles del orden de 1 metro por año.
En esa época el uso de agua subterránea era reducido. Posteriormente en el año 1968 y a raíz de una de las tantas sequías se demostró que los descensos eran generalizados y se advertía sobre la necesidad de hacer algo para evitar su agotamiento. Esto sin necesidad de aplicar modelos matemáticos de dudosa validez, simplemente midiendo los niveles en los pozos. Numerosos profesionales de muy alta calificación académica, de los cuales hoy hay pocos, advertían sobre la necesidad de regular la explotación del agua subterránea porque estaba demostrado que la demanda era superior a la oferta en numerosas cuencas de Chile. Pero las autoridades teóricamente responsables nada hicieron, lo cual es frecuente. Aparece el Código de Aguas en cuya redacción no participó nadie que entendiera el problema global y solo para mencionar un error garrafal hizo un distingo entre aguas superficiales y subterráneas ignorando, lo por todos sabido, que se trata de un solo recurso... VER EDITORIAL COMPLETA
Revista Empresa
Colapso Hídrico de Chile: Crónica de un desastre anunciado
Publicado el 14 junio 2011 por ManuelgrossSus últimos artículos
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