Encrucijada de caminos entre Santander, Bilbao y Burgos, la historia de Colindres ha estado casi siempre vinculada a su privilegiada situación geográfica. Abierta al mar Cantábrico, la localidad norteña ha sido testigo de unos cuantos acontecimientos históricos de relevancia. No en vano, sus astilleros de Falgote parieron la Pinta y es muy probable que también la nao Santa María hasta el puerto de Palos para su posterior rumbo hacia el Nuevo Mundo, por lo que es bastante probable que algún marinero local acompañara a Cristóbal Colón en su llegada a América.
Fue también en los talleres portuarios de Colindres donde se construyó la Capitana (1868), la nave más grande de la época con más de 1.300 toneladas, que con 500 más que el mayor navío jamás visto hasta entonces tomó parte en la Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones. De los astilleros salieron más de 30 galeones para las armadas reales, así como capitanas y almirantas para las flotas de Indias durante los siglos XVII y XVIII.
Palacio del Condestable./Dolmanrg
Cruce viario no solo por tierra y mar, Colindres se erige asimismo como paso obligado en el Camino de Santiago, razón por la que Carlos I ordenó la construcción de un hospital en el siglo XVI. Más contemporánea es la relación de Colindres con Gustave Eiffel, el célebre constructor de la torre parisina que lleva su nombre. La empresa del arquitecto galo fue la encargada, en 1882, de idear el puente de hierro de Treto sobre el río Asón, una de las obras más representativas de la ingeniería industrial de Cantabria. Su estructura metálica tiene más de 543 toneladas de hierro forjado, fundido y laminado, acero, plomo y bronce.
Dos siglos atrás Colindres se conviritó en campo de batalla cuando Francia, en plena guerra contra el Imperio español, envió una armada capitaneada por el cardenal de Burdeos, quien fue asignado por el Cardenal Richelieu. También intervino en la toma de Laredo de febrero de 1814, durante la Guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas. Más tarde, en las guerras carlistas, su estratégica situación entre Santander y Bilbao resultó trascendente, como ocurrió asimismo durante la Guerra Civil por la construcción de sus búnquers y su puente giratorio sobre el río Asón.
Puente de Treto de Colindres ideado por Gustave Eiffel./Desmondrx
Colindres es un pueblo de notable tradición pesquera que cuenta también con una importante industria conservera. En su casco urbano el viajero puede visitar algunos ejemplos de casonas y palacios montañeses. Sobresalen las residencias señoriales levantadas durante la Edad Moderna, como la casa de Agüero, en el barrio de San Juan, de una sola planta y datada en el siglo XVII. En la misma zona se alzan dos interesantes edificios del XVIII: el palacio de Gil de la Redonda y el palacio del Infantado o del Contestable.
Por su parte, en el distrito de La Puerta se pueden contemplar otras tres interesantes construcciones del XVIII: la casa del Valle y la casa de Bartolomé y Felipe de Palacio. Más intrigante y curiosa resulta la visita de las casas del capitán Francisco Gil de la Redonda Velasco y la casa Cachupín, que cuenta en su fachada con una cruz y una calavera con dos tibias acompañados de la inscripción “cual me ves, te verás”.
Casa Serafina./Zarateman
La arquitectura pública y privada decimonónica y de comienzos del siglo XX también tiene presencia en Colindres, con el ayuntamiento, Villa Amelia y la Villa Luz como emblemas más sobresalientes. De entre el patrimonio religioso del municipio cántabro destaca la iglesia de San Juan Bautista (siglo XVI), de una sola nave y ábside poligonal.
Desde Colindres el viajero puede emprender una breve excursión si sigue el cauce del río Asón, que configura otro de los singulares y hermosos valles fluviales que cruzan la geografía cántara. El río tiene el atractivo de que en sus aguas nadan numerosos salmones para los amantes de la pesca. También de Cantabria resultan de interés la visita de Ramales de la Victoria, el Valle de Buelna o la comarca de Liébana.
Iglesia de San Juan Bautista./Zarateman
La importancia marítima y naval de la que gozó Colindres en la Edad Moderna se pone de manifiesto en este vídeo que os muestro a continuación. Su puerto es su emblema y la ventana por la que asoma al resto del mundo. Es un argumento de peso para apuntar la ruta en nuestra agenda viajera:
Dónde dormir: Hostal Montecarlo; Ramón Pelayo, 9; 39750 Colindres (Cantabria); teléfono: 942650163; [email protected]; www.hostalmontecarlo.com.
Dónde comer: Restaurante Chef; Calle Santander 16; 39750 Colindres (Cantabria); teléfono: 942652279.