Revista Ciencia

Colosos estresados

Por Naturalista
Colosos estresadosLos romeros atestiguan que a la primavera le está costando entrar este año. Puestos a prueba por las recientes heladas, han abierto muchas menos flores de lo normal. Así que las abejas solitarias ahora están muy concentradas, ya que no tienen más remedio que libar en las escasas ramas donde relucen apenas unas pocas flores. Estas abejas, que no construyen colmenas, llaman la atención por sus contrastados tamaños: al lado de una diminuta Halictus, una Anthophora dispar (ver fotografía) es un coloso. A la primera le estimo un biovolumen de alrededor de 25 mm3, mientras que la segunda se acercaría a los 400. En comparación, sería como si hubiera una especie de humanos que pesasen unos… ¡1.400 kg! Tales gigantes serían sin duda torpes y lentos, pero en el mundo de las abejas nuestra intuición no vale, porque la colosal Anthophora resulta ser muchísimo más rápida que cualquier abeja más pequeña. Se nota si las observamos libando: una Anthophora llega a las flores en constante estrés y, sin dejar de zumbar, le dedica apenas 3 segundos a cada flor, mientras que una minúscula Halictus permanece como 10 segundos, se posa, camina sobre los estambres, se amodorra en un pétalo... Es como si una abeja, al encoger, experimentase una dilatación relativista del transcurso del tiempo. ¿Por qué ocurre esto, cómo es que las más apresuradas son las más voluminosas? ¿No podrían las Anthophora tomarse la vida con más calma? Creo que no pueden... porque la evolución no les deja. Para entenderlo, pongámonos en el lugar del insecto...
¿Qué significa para una abeja solitaria una buena flor de romero? Una dosis de polen y néctar, sus únicas fuentes de alimento y de provisiones para abastecer el nido en que se criará su futura descendencia. Las abejas grandes necesitarán más dosis para cumplir su ciclo vital, y por tanto deberán libar más flores. Como disponen más o menos del mismo tiempo para su labor, deberán ser más rápidas libando que las abejas pequeñas. Por eso una Halictus puede permitirse holgazanear un poco en cada flor, pero para una Anthophora cada segundo es oro, porque no le queda más remedio que visitar muchas flores cada día, así que no puede entretenerse mucho en cada flor. Las Anthophora perezosas probablemente fueron eliminadas por la selección natural, ya que no lograron abastecer adecuadamente de provisiones a su descendencia o no pudieron sacar adelante a tanta prole como sus compañeras más diligentes. Además las Anthophora tienen un gasto adicional de energía, porque son abejas “de sangre caliente”, endotérmicas mejor dicho. Esto significa que, antes de volar, “calientan motores” produciendo calor con los músculos que mueven las alas, y, cuando el tórax alcanza cierta temperatura, alzan el vuelo y entonces prácticamente no dejan de volar mientras liban, con lo cual se mantienen calientes durante su labor. Esto les permite mantener un buen ritmo libando flores, al margen de si hace más o menos frío en marzo. Pero las elevadas demandas energéticas de estas abejas podrían suponerles un problema en un mal año, en el que no hubiese suficientes flores de romero y de otras plantas como para cubrir sus necesidades adecuadamente. Tal vez esta situación se haya dado este mes de marzo. Si es así, el año que viene deberían verse menos Anthophora dispar de lo normal. ¿Ocurrirá así? Lo sabremos en 2013...
Gracias a Francisco Javier Ortiz-Sánchez por identificar estas abejas
. El t
iempo que dedican a cada flor lo estimé en marzo de 2009 contando cuántas flores visitan en un minuto estas especies (hice unas 10 observaciones de cada especie, en condiciones constantes de unos 25ºC, entre las 12-13 h, con sol).

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