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Come on Eileen – Dexy’s Midnight Runners

Publicado el 27 agosto 2013 por Kike Morey @KikinMorey

Come on Eileen - Dexy's Midnight Runners

“Come on Eileen, I swear (well he means)
at this moment you mean everything.
With you in that dress
my thoughts I confess verge on dirty”

Kevin Rowland, Jim “Big Jim” Paterson & Billy Adams

Quizás el one-hit-wonder por excelencia. A pesar de formarse a finales de los setenta, Dexy’s Midnight Runners y su líder Kevin Rowland se hicieron mundialmente conocidos en 1983 gracias a esta alegre canción que fusionaba la música celta con el new wave que imperaba en aquella época.

Además la acompañaron de un video clip sugerente que presentaba el estilo y la imagen de la agrupación: un grupo de roñosos granjeros recién salidos del campo que tocan y cantan con energía en una esquina de un suburbio londinense.

El tema me gustó desde el primer momento y el video mucho más, tanto que intenté reproducir algunos de sus detalles: me impactaron tanto los overoles que le pedí a mi madre que me comprara uno. Fui el único del barrio que se atrevió a usar algo así durante esos años. Menos mal creo que no existe ninguna foto de entonces.

También imitaba la marcha que hacen los integrantes de la banda durante el puente de la canción, cuando se acelera el compás mientras el coro entona “Come on Eileen, too-rye-aye”. Lo hacía de camino a la iglesia, los domingos por la mañana. Cruzaba el parque con paso ligero, cantando y chasqueando los dedos, sin importarme que la gente pensara “ahí va el hijo loquito de la Toña”. Así llegaba contento para la catequesis de mi primera comunión.

Dio la casualidad que en mi grupo había una niña muy alta, de tez blanca y larga cabellera castaña que se llamaba Eileen. Sí, como la canción. En la sesión inicial, la chica que nos daba las lecciones nos pidió que nos presentáramos al resto. Cuando le escuché a la niña decir que se llamaba Eileen pensé que se trataba de una señal. Me salió del alma gritar en frente de todos “¡como la canción!” y le acompañé una sonrisa tonta. Todos los niños me miraron extrañados y Eileen, avergonzada, me regalaba un gesto de odio y rencor infinito. La catequista tuvo que intervenir para relajar la tensión: “Sí pues, como la canción” y luego se puso a tararearla aunque de manera desafinada. Para la semana siguiente, Eileen formaba parte de otro grupo de catequesis.

Pero quién sí siguió en mi grupo fue un amigo de barrio, la persona a la que le quiero dedicar este post. Nos sentábamos juntos tanto en la catequesis como en la misa previa. Ambos estábamos además en el mismo colegio religioso, por lo que nos sabíamos de memoria toda la ceremonia y entendíamos cuando había que pararse, sentarse, responder y rezar.

Sin embargo, el hecho de conocer toda la estructura del rito no significaba que comprendiéramos el porqué de algunos pasos. Por ejemplo, en el momento de la consagración, ¿por qué tenemos que arrodillarnos y bajar la cabeza mientras el cura recuerda las palabras de Jesús en la última cena? ¿Qué se debe decir o pensar en esos momentos? ¿Sólo hay que escuchar una y otra vez el mismo texto sin más?

Yo siempre tuve estas dudas y un día me di cuenta que mi amigo también. Tocaba arrodillarnos y esa mañana se me ocurrió levantar la mirada hacia el sacerdote y en especial a los feligreses. Quería saber qué era lo que hacían durante ese instante. La respuesta me vino desde el asiento contiguo. Mientras el párroco declamaba con dolor los versículos del evangelio, mi amigo, con las manos entrelazadas en un solo puño, la cabeza gacha y los ojos cerrados, susurraba con mucha pena “¡no, no, no!” moviendo la testa de un lado a otro.

Me causo muchísima gracia; tuve que hacer grandes esfuerzos para no reírme y mantener la solemnidad del momento. Por respeto a su devoción nunca le hice ningún comentario, ni entonces ni después. Y no me acuerdo si lo siguió haciendo en las siguientes misas. Esa primera impresión quedó tan grabada en mi memoria que anuló cualquier recuerdo similar.

Todavía mantengo relación con él y cada vez que voy a Lima acudo a su consultorio para tratarme los dientes. Si lee esto, espero que sonría sin resentimientos. No vaya a ser que para mi próxima curación la anestesia, de repente, deje de tener efecto.

Video de “Come on Eileen”, de los Dexy’s Midnight Runners, aquí


Archivado en: Música Tagged: 1983, catequesis, Come on Eileen, Dexys Midnight Runners, Kevin Rowland, Lima, Too-Rye-Ay
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