Revista Libros
Come, reza, ama y..... dueeerme.
Nunca antes una actriz sacó tanto partido a una cara bonita y a un par de comedias románticas más o menos entretenidas según gustos. Este “caché” le permite a Julia Roberts participar en una película hecha con y para su exclusivo lucimiento, abanderando no sé muy bien qué clase de feminismo mal entendido en un intento de llevar al cine el libro autobiografico de Liz Gilbert. La Roberts, o mejor deberíamos llamarla "su majestad Julia Roberts", se pavonea de un lado a otro del planeta, por un sinfín de escenarios paradisiacos que solo ella y un guión soporífero, consiguen que no digan nada al espectador.
Esta señorita que poco a poco va perdiendo su espléndido físico derivando a una prominencia de sus venas supratroclear y supraorbitaria cada vez más acusada, haría bien en ponerse a actuar en serio. No la recuerdo en un papel aceptable desde 'Erin Brockovich', y sin su físico no es más que una actriz mediocre.
La cinta aburre hasta la saciedad, no cuenta nada diría yo o prácticamente nada, se queda en un ejercicio de autoayuda de alto standing que no consigue enganchar nunca a espectador, si bien ante tal avalancha de imágenes paradisiacas y amaneceres sin sentimientos el espectador empieza a cogerle manía a la Roberts y no tarda en tacharla de niña caprichosa y engreída.
La suerte de Bardem es que solo aparece en los treinta últimos minutos de la película. Si tenemos en cuenta que dura dos horas y quince minutos la cosa se livianiza; más contento debe estar el otrora Lisardo o mi admirado Reinaldo Arenas. Supongo que será el peaje que hay que pagar por actuar en Hollywood.
Por último solo quiero decir que no creo que Lis Gilbert fuese así. Iría mas lejos: no creo que ninguna mujer pueda ser como la que Julia Roberts nos mal interpreta. El feminismo es otra cosa y no se defiende con personajes ni películas como esta. Si alguien es tan desdichado como esta pija de new age capaz de permitirse un año sabático viajando por Italia, India y Bali porque la niña está preocupada por no encontrar a su marido ideal, la cosa, como diría otro, “manda huevos”.