Leer el Decálogo de Medidas propuesta por la Cumbre Sobre el Empleo de la UE, en Praga, demuestra el dramático vacío del “saber hacer” de los políticos contemporáneos para poder solucionar los problemas que crean desempleo y, mucho peor aún, cuáles son las “buenas prácticas” que pueden favorecer el crecimiento del mercado del trabajo en un escenario diferente al que existió allí por 1970 cuando —en las Universidades inglesas primero, y en algunas norteamericanas después— se comenzó a “pensar” en términos del fomento del espíritu empresarial, la creación de empresas y el tejido productivo integrado por las micro y pequeñas empresas como motor del desarrollo socioeconómico regional.
En términos generales, en la mencionada ¿Cumbre? (yo diría pozo) pensaron en las soluciones, y no en cuáles son los problemas que se necesitan solucionar.
Desparraman una verborragia de hace 40 años para problemas que se agravaron hace 40 semanas.
De la medida 1 a la 10, no es broma, parece la publicidad de cualquiera de las academias de formación profesional que proliferan al amparo de subsidios públicos, pésimos controles de la calidad educativa y la esperanza de muchas personas que se dejan embaucar con la ilusión que podrán acreditarse como fontaneros en 48 horas o en milagros más o menos parecidos.
La sensación que me deja este decálogo es como ir en un avión al que le fallan los motores y para llegar a un aeropuerto debe “aligerar peso”, entonces las azafatas seleccionan a los pasajeros con “peor aspecto”, o los que están “más asustados”, les entregan un paracaídas, abren la puerta y los arrojan hacia fuera y a su suerte.
Dicho en otros términos. Un buque se hunde porque está sobrecargado y le dan a los pasajeros un bote salvavidas, 1 litro de agua potable, 2 latas de guisantes y “pato al agua” ¡a su suerte!
Estamos soltando lastre con los “desempleados”; no estamos creando las condiciones necesarias para que la gente se comporte de una manera diferente, frente a problemas que —aunque no son muy diferentes a lo que ocurre hace 80 años o más— son cada vez más profundos y difíciles de revertir.
Por ejemplo, el comportamiento del “buscador de empleo”, en un mercado que no ofrece empleo, es el efecto de la mosca que quiere salir atravesando el cristal de una ventana cerrada. Pero esto no se soluciona sólo educando a la mosca; además es necesario: abrir la ventana.
Proponer formación para solucionar ahora un problema de ayer es síntoma que no comprenden de qué se trata la “formación profesional continua” y, en general, demuestra que quienes esgrimen estos “argumentos” (sin suficiente razonamiento), como si fueran “recetas con validez universal” viciadas de “vacíos”, son funcionarios apoltronados en estructuras burocráticas, que cobran regularmente salarios al que dudosamente renuncien para intentar “crear su propio emprendimiento” tomando sus propios riesgos y asumiendo el destino de su propia suerte —como a quien arrojan desde un avión con un paracaídas en su mano, o le hacen saltar del buque con 2 latas de guisantes.
Cuando a quien quiere un empleo se le plantea que funde una empresa —aún cuando le otorguen un crédito blando y le elaboren un “plan de negocios”— se están creando dos problemas nuevos que hay que sumar al de la “tasa del paro”:
- el desempleado tiene un 80% de probabilidades de quedar paupérrimo antes de dos años, quemando con ello lo poco que pueda tener de su patrimonio o arruinar su futura capacidad de acceder al crédito bancario o de proveedores; y
- se habrán quemado dinero y recursos que se podrían aplicar en las medidas correctas.
¿Qué hay otras alternativas al decálogo? ¡Si! ¡¡¡Muchas!!! Vamos a comenzar por las de corto plazo:
- Es perentorio que el sector público absorba, creando empleo, a los desempleados. En esto creo que es en lo único que personalmente coincido con el enfoque de las estructuras sindicales. Los fondos bien pueden provenir del mismo fondo que sale a rescatar al pésimo y corrupto sistema financiero privado y de una parte de los recursos que se destinan a programas absolutamente superfluos en épocas de restricción; por ejemplo, la sobredimensionada industria de la publicidad del propio sector público. No comprendo como los bancos no comprenden que si la gente cobra su salario, paga sus deudas; y tampoco comprendo por qué le cuesta tanto a los políticos iberoamericanos comprender que su mejor perfil público lo logran cuando sus “clientes” están tranquilos y felices.
- Obligar a los políticos que hablan sobre desempleo y la creación de empresas, que tomen las acciones sobre las que hablan. Ahora, para que ello ocurra es necesario que aprendan qué es “emprender”, qué es la naturaleza emprendedora, qué es el espíritu emprendedor y qué es la capacidad empresarial.
Aún cuando el concepto “emprendedor” (entrepreneur) se remonta al año 1755 en el estudio “Essai Sur la Nature du comerce en Général”, realizado por Richard Cantillon, el entreprenueship (emprendedorismo) como disciplina científica tiene orígenes en la convergencia entre estudios de la economía, la sociología y la psicología en la década de 1960 (200 años después) y la revitalización que tuvo el rol del empresario creador de empresas a partir del pensamiento de Joseph Schumpeter comenzando el Siglo XX.
Para quienes les interese la evolución histórica del “emprendorismo” sugiero “La Maquinaria del Proceso Capitalista: los Enprepreneurs en la Teoría Económica” de Robert L. Fomaini (2002).
Para comenzar a profundizar en comprender el desempleo desde la perspectiva de la “creación de empresas” sugiero:
- El Concepto del Emprendimiento y su Relación con la Educación, el Empleo y el Desarrollo Local, por María Marta Formichella
- Responsabilidad Social de las Universidades Hispanoamericanas para la Animación de la Cultura Emprendedora Regional, por Mario Dehter
- Bloguía de Empleo, varios autores
El orden relativo entre el huevo y la gallina es una cuestión dependiente —o menos importante— que la comprensión asertiva acerca de lo qué es un huevo y qué es una gallina.