En Estados Unidos muchos niños participan en el Programa Nacional de Almuerzos Escolares, programa de comidas promocionado por el Gobierno del país con el objetivo de ofrecer a los niños menús saludables y equilibrados donde no faltan verduras y frutas a un bajo coste o de forma gratuita. Pero el hecho de que estos alimentos se les sirvan en la bandeja de la comida no quiere decir que se los coman, de hecho, muchas escuelas que participan en este programa han informado que encuentran en los cubos de basura una gran cantidad de frutas y verduras, por lo que se puede decir que el programa se está tirando a la basura.
Por esta razón se ha realizado un estudio en el que se muestra que un simple cambio, sin coste alguno, puede contribuir al aumento del consumo de frutar y verduras por parte de los niños, y por tanto, a reducir la cantidad de comida que tiran a la basura. Según los investigadores, comer antes o después del recreo influye en la cantidad de fruta y verdura que se come, de hecho, si se disfruta primero del recreo y después del almuerzo, se incrementa hasta en un 54% el consumo de estos alimentos entre los escolares.
Los expertos de la Universidad de Cornell y la Universidad de Brigham Young explican que si el recreo se disfruta después del almuerzo, muchos niños comen lo más rápido posible para poder salir a jugar, lo que implica que no se coman todo y que tiren parte de la comida (especialmente la fruta y la verdura) a la basura. En cambio, si el almuerzo es después del recreo, los niños ya no tienen la motivación de salir a jugar, tienen menos urgencia y tienen más hambre porque han gastado energías durante el tiempo de juego, por lo que se incrementan las posibilidades de que coman la fruta y verdura de sus bandejas.
Los investigadores realizaron el estudio en siete escuelas, en tres se cambió la hora del almuerzo para que los niños lo tomaran después del recreo, en las otras cuatro escuelas se mantuvo el sistema actual (primero almuerzo y después recreo). Se midió la cantidad de frutas y verduras que se había tirado a la basura en dos épocas distintas, en primavera y otoño, también se realizó un seguimiento en todas las escuelas para saber si los niños se habían comido al menos una porción de frutas o verduras.
En total se analizaron 22.939 servicios y tras cotejar los datos se constató que en las escuelas que habían cambiado la hora del almuerzo para después del recreo, el consumo de frutas y verduras se incrementó en un 54%, además se constató un aumento del 45% de los niños que al menos consumieron una porción de verduras o frutas. Curiosamente, durante el tiempo del estudio, en aquellas escuelas que no se realizó ningún cambio, el consumo de estos alimentos saludables continuó disminuyendo.
Que los niños tiren la comida puede provocar que sufran una sensación de hambre durante el resto de la jornada escolar, lo que lleva a una reducción del rendimiento académico y a picotear y comer alimentos poco saludables cuando llegan a su casa. Recordemos que en los más pequeños, comer frutar y verduras tiene un efecto beneficioso a largo plazo en su salud y rendimiento. Estos resultados quizá deberían tenerse en cuenta y el programa de almuerzos debería realizar los cambios oportunos en todas las escuelas, servir el almuerzo después del recreo.
Que los niños tiren la comida es lamentable, por ello hay que poner en marcha los mecanismos oportunos que reduzcan el desperdicio alimentario, tal y como está montado el programa, se puede decir que se están desperdiciando muchos recursos y la efectividad del programa es bastante reducida. No entendemos que no se hayan adoptado medidas de vigilancia para que los niños se coman el almuerzo saludable, tampoco que existan unos gestores del programa que se preocupen por la alimentación infantil, no basta con poner frutas y verduras en las bandejas, hay que orquestar las medidas adecuadas para que los niños se coman estos alimentos.
En fin, seguro que los responsables del programa tomarán buena nota del asunto. Podéis conocer más detalles de la noticia a través de este artículo de la Universidad de Cornell.
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Comer antes o después del recreo influye en la cantidad de fruta y verdura que se come