Hemos buscado cientos de milagros para perder peso. Nuestro mayor deseo, especialmente en el caso de las mujeres, no es encontrar a nuestro príncipe azul, ni tampoco un novio millonario, guapo y atento que nos mantenga como a reinas, eso no es más que un bulo acrecentado erróneamente. El mayor deseo de toda fémina es comer todo lo que quiera sin engordar. Y las compañías farmacéuticas lo saben y llevan años persiguiendo esa meta. Sin embargo, el remedio lo teníamos delante, es barato y seguro. Apto para todas las personas y edades, y además, bueno para la salud. Sencillamente, comer despacio.
Puede que antes que plantearnos una dieta para perder peso, debamos fijarnos en la velocidad a la que comemos. Ingerir los alimentos de forma lenta reduce lasensación de hambre y aumenta el agua que bebemos, lo que redunda en un menor consumo de calorías, según un estudio realizado por un equipo del departamento de quinesiología de la Universidad Cristiana de Texas y publicado en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.
Los investigadores pidieron a un grupo de individuos con peso normal y a otro con sobrepeso u obesidad que realizaran dos comidas. Una la tenían que hacer despacio, imaginando que no tenían restricciones de tiempo, tomando pequeños bocados, masticando detenidamente y haciendo pausas, dejando el cubierto entre bocado y bocado. La otra la tenían que hacer rápido, imaginando que tenían un tiempo limitado, tomando grandes bocados, masticando deprisa y sin hacer pausas ni dejar el cubierto en ningún momento.
Fuente: ABC
No había que tomar mejunges raros, ni siquiera hacer una dieta especial o comer menos. No era este el sacrificio que nos reclamaba el cuerpo para otorgarnos el deseo eterno de perder peso. Y es que la comida no es nuestra enemiga, y si los médicos ya nos lo han dicho muchas veces, ahora vamos a tener que creerlo y de verdad. Y por fin, una sentencia sobre dietas, con evidencia científica, que nos gusta, o al menos, no nos disgusta como otras recomendaciones más restrictivas o prohibitivas. Comer despacio ayuda a comer menos. Y seguidamente, como efecto secundario, salvo rarezas metabólicas personales, tendría que llevarnos a perder peso.
Y es que la culpa de que estemos ganando kilos no va a tenerla ni siquiera el hecho de que consumamos alimentos inadecuados, que lógicamente también juegan su papel, sino el hecho de que nos comportemos de manera tan ansiosa en la mesa. ¿Eres de los que ha mirado por cielo y tierra un modo de comer menos sin pasar hambre? Pues ya sabes dónde está el truco. Ni siquiera es necesario servirse en platos de postre, sino que tu estómago se saciará por sí solo, si aprendes a comer despacio, masticando bien, bebiendo agua y tomándote tu tiempo de deleite entre bocado y bocado.
Comer despacio será algo que la báscula, y el estómago, agradecerán. Ahora queda lo más complicado. Que aprendamos a comer despacio. Porque como el caminar y el respirar, también a comer y masticar se aprende. ¿Tendrás fuerza de voluntad?
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