
He de decir que escogimos este local por sus buenas opiniones en un conocido portal de internet. Decían que destacaban las vistas, la comida y la amabilidad del personal. En lo de la comida y el personal estamos de acuerdo, otra cosa es lo referente a las vistas. Está en medio de una aldea y en un punto alto, pero las vistas son más que normales, a no ser que vivas en una ciudad y no estés acostumbrado al campo.
Para empezar pedimos un par de platos para compartir: empanada y pulpo á feira
Los segundos platos fueron de lo más variado: bacalao, croca, solomillo con queso, ensalada de ventresca con aguacate y jamón ibérico...

Los postres fueron tarta de tres chocolates, tarta de manzana, helado artesano y queso del país con membrillo de nueces.
La comida estaba rica, aunque el servicio un poco lento, o como se diría ahora, "slow". Se nota que es un negocio familiar al que acuden muchos amigos y familia o, por lo menos, ese día así parecía.
En resumen, dos entrantes, 6 platos principales, 6 postres, 1 copa de vino y 5 aguas, unos 120 euros.
