Revista Salud y Bienestar

Comer en el cole…o no comer

Por Pedsocial @Pedsocial

HHFKASe va acercando el final del curso escolar y con ello el ominoso descanso estival que en este país dura 80 días. Y no decimos “ominoso” gratuitamente. El alborozo que siempre representaba liberarse obligaciones y disfrutar de vacaciones escolares parece que, como tantas otras cosas, pertenece al pasado.

Los que por edad asistimos a la escuela en los negros años del principio de la dictadura padecimos en el ámbito escolar los mismos oprobios que en el resto de la sociedad. Miseria de las instalaciones, represión por docentes autoritarios, celebraciones fascistas cada mañana, monolingüismo impuesto, constricciones morales, obligaciones religiosas  y pobreza educacional conformaban un panorama que hacía de la escuela algo escasamente deseable para los niños. Claro que también era breve, porque la enseñanza obligatoria se acababa a los 10 años.

Mucho han cambiado las cosas y las lacras de la enseñanza y sus insuficiencias se han visto ampliamente superadas en el tiempo y en el espacio. Y en su concepción y desarrollo, aunque algunas mentes perversas como el ministro Wert quieran devolvernos al Pleistoceno.

Las escuelas están ahora mejor dotadas, se imparte una educación libre, dura hasta la adolescencia y es obligatoria, y por lo tanto, universal.

Uno de los avances más importantes, aunque parezca no tener relación directa con el aprendizaje, son los comedores escolares. Aparte de la función nutricional y hasta cierto punto recreativa de la comida del mediodía, también sirve para introducir hábitos alimentarios, disciplina dietética y maneras en la mesa. Lo que permanecía en un  cierto nivel subconsciente era el hecho de que la comida de la escuela, para muchos, era la única comida del día.

Esta constatación, conocida de antiguo por el personal docente, ha irrumpido en la conciencia pública con motivo de la prolongada y profunda crisis económica, que está castigando especialmente a los colectivos menos favorecidos en el estado de bienestar que nos hemos ido dando. El verano pasado la publicación de un informe sobre la nutrición de los niños en Cataluña de la oficina del Defensor del Pueblo del que ya nos hicimos eco en este blog en varias entradas (Hambre y penurias I, II y III ).

Pues la proximidad de las vacaciones estivales anuncian 80 días de alimentación problemática a los niños que dependen de los comedores escolares para su subsistencia.

Y muy lamentablemente esto sucede en muchos sitios. la Academia Americana de Pediatría, que representa a más de 62.000 profesionales, dirige a los miembros del todopoderosos Congreso de los EEUU una carta insistiendo en la necesidad del mantenimiento de los programas de alimentación Healthy, Hunger-Free Kids Act of 2010 (HHFKA) regulados por el gobierno federal de los EEUU.

El problema sigue siendo que la alternativa a comer en la escuela puede muy bien ser no comer…

X. Allué (editor)


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