Historias de restaurantes
Creo que otras veces lo he escrito aquí, hoy lo repito: amo descubrir restaurantes que me sorprendan gratamente.
Ir con pocas expectativas porque no tienes demasiada información, y luego flipar con el sitio, la atención, la comida. En eso consiste una experiencia gastronómica. Y si encima es a un precio accesible, es que te la tengo que recomendar sí o sí.
La historia de hoy va de eso, de un lugar que conocí hace poco y me dejó encantada. Aún no es demasiado conocido porque lleva poco tiempo, pero estoy segura de que lo será, así que mejor aprovecha y visítalo pronto.
Después del palizón, un gustón
Y es que, luego de días de intenso trabajo viene muy bien darse un homenaje. Te levanta la moral ¿verdad?
Hace poco nos pasamos un finde entero trabajando 11 horas cada día de pie, estábamos agotados, así que terminado el domingo decidimos ir a un restaurante que le habían recomendado a mi chico (el chef) para desconectar del curro y relajarnos por fin.
Nos fuimos entonces a conocer La Canica. Al segundo local que han abierto hace poco en la calle Infanta Mercedes, el primero y más conocido es el ubicado en Campo de las Naciones.
La información que teníamos era que la carta es cocina tradicional renovada y poco más, por lo que lo primero que nos sorprendió al llegar fue el propio local:
Vista del interior de La Canica
Y es más bonito en directo.
El restaurante hace esquina y la pared que da hacia afuera son cristaleras que ahora en verano están abiertas, con lo cual es como una terraza si estás en una mesa de ese lado. Por su parte, la decoración es cautivadora, con ladrillo visto, azulejos rojos y mucha iluminación, una combinación que quizás a alguno le puede resultar un poco exagerada, pero a mí ese toque de exceso me parece que le da el encanto, me resulta un poco barroco.
Vista del salón de La Canica (Imagen: La Canica)
El caso es que llegamos, preguntamos por nuestra reserva y nos ubicaron. Una vez sentados el personal desde el inicio nos procuró una buena velada con su esmerada atención, eran camareros agradables y pendientes de que estuviésemos a gusto. El manager, Roberto Rapisardi, un italiano conversador y amable con quien hablamos durante un rato al finalizar la cena, nos comentó los platos que debíamos tomar en nuestra primera visita de acuerdo a lo que más o menos le dijimos que queríamos. Así que nos dejamos recomendar y comenzó el festín de platos…
Comer bien para mí es darle un momento de felicidad al cuerpo, un dejarse llevar por los sentidos y vivir una experiencia que va más allá del tiempo. Cuando la experiencia completa es buena, el alma también recoge ese instante de alegría.
Comer da felicidad, por algo es uno de los pequeños grandes placeres de la vida. Y este restaurante me inspiró todo esto.
A Sergio Martínez, el jovencísimo propietario y chef, no lo pudimos ver, pero aprovecho y desde aquí le doy mis más sinceras felicitaciones. Espero que lo lea
Por lo pronto no escribo más y te presento a continuación los platos, te los cuento uno a uno con mi opinión, pero te recomiendo que no veas las imágenes con hambre porque salivarás muchísimo. Tú ve a probar y coméntame qué tal fue tu experiencia en La Canica.
Los platos de La Canica
Roberto nos dijo que teníamos que probar los dos entrantes que pedimos, y vaya si acertó…
El primero fue una burrata con extracto de albahaca y mojo de tomates secos, una combinación impresionante y un producto -el queso- fabuloso:
Burrata con mojo de tomates secos
El segundo, el plato que le da nombre al restaurante, las canicas del chef, o lo es que es lo mismo, unas croquetas de carrillada con una mahonesa de pistacho, tostadas por fuera y muy cremosas por dentro. Se me hace agua la boca recordarlas, buenísimas:
Las canicas de La Canica
Las canicas de La Canica por dentro
Los segundos. Mi chico se pidió una carne que estaba fuera de carta, un lomo de buey a la parrilla que yo probé, y conste que no soy muy de carnes rojas, y estaba impresionante:
Lomo de buey a la parrilla
Yo me pedí unos chipirones, aunque aquí tengo que señalar algo.
No recuerdo si yo no lo vi o en realidad no lo especificaba en la carta, me pedí unos chipirones con salmorejo, cebolla caramelizada y emulsión de jengibre y cardamomo. El plato estaba riquísimo, pero yo no esperaba que fuesen fritos; ojo, era una fritura excelente, tostada y sin una gota de aceite chorreando por allí, pero si lo hubiese sabido -o lo hubiese leído, no sé- no lo hubiese pedido al ser frito y de noche, aunque esto ya entra en los gustos personales. Igual te muestro la imagen:
Chipirones fritos con salmorejo, cebolla caramelizada y emulsión de jengibre
Para terminar, de postre, y eso que ya no podíamos más, nos pedimos otra sugerencia de Roberto, una tarta de lima que estaba riquísima, con el punto justo de dulce y de acidez, recomendado:
Tarta de lima (Imagen: La Canica)
Y toda esta cena la acompañamos con un vino que no tiene denominación de origen pero que está muy rico, el Sospechoso:
Sospechoso, vino de Castilla – La Mancha
Como te imaginarás quedamos a reventar después de semejante atracón de comida, pero es que estaba todo tan rico que teníamos que probar.
A nosotros la cuenta nos salió un poco más cara porque ya has visto que somos unos tragones, pero el ticket medio de La Canica es de 25 euros.
Lo dicho: visítalo y me cuentas ¿sí?
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Restaurante La Canica
Calle Infanta Mercedes 105. Madrid
Reservas: 91 572 00 52 • 91 502 26 70
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