Lo primero que debemos apreciar es su forma, su morfología de doble lóbulo:
Imagen del cometa 67P tomada por la nave Rosetta el 3 de agosto de 2014 desde una distancia de 285 km.
Crédito: ESA/Rosetta/MP
Quizás esto no le dice nada a la mayoría, pero debe saberse que el doble lóbulo (similar a un cacahuete) es una forma característica de algunos de los cometas ya estudiados por las diversas sondas que la NASA ha lanzado desde 1986.
Hay que reconocer que se trata de una forma muy peculiar. Los cometas y asteroides que vagan por el espacio tienen su origen en tiempos remotos, cuando choques y cataclismos a gran escala originaron la formación de nuestro Sistema Solar tal como ahora lo conocemos.
Imaginemos una gran roca expulsada como consecuencia de un choque entre cuerpos celestes. Si pensamos qué forma podría tener, lo lógico es que tuviese una morfología irregular, más o menos alargada, con alguna prominencia quizás. Incluso si el choque generó altísimas temperaturas, la superficie debería corresponderse con ello, mostrando alguna apariencia más redondeada o lisa.
Pues bien, si nos centramos en su morfología, probabilísticamente hablando la forma peculiar de doble lóbulo es casi imposible. Pero es que además hay un dato increíble: de las 6 misiones de sondas enviadas a estudiar un cometa (ver artículo completo en este BLOG), en 4 de ellas se ha fotografiado y constatado la forma doble-lobulada del mismo. Veámoslos a continuación:
Cometa Halley. Año 1986. Sondas Giotto (ESA) y Vega (Rusia)
Cometa Halley
Cometa Borrelly. Año 2001. Sonda "Deep Space 1" (NASA)
Cometa Borrelly
Cometa Hartley 2. Año 2010. Sonda Epoxi (NASA)
Cometa Hartley 2
Cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko. Año 2014. Sonda Rosetta (ESA)
Cometa 67P
La forma de doble lóbulo no es una casualidad
El modelo de Universo eléctrico (y de Cometa eléctrico) tiene su fundamento en el plasma eléctrico, en las fuerzas y fenómenos eléctricos. Y éstos poseen una propiedad indiscutible y trascendental: su escalabilidad. Todos los fenómenos eléctricos observados a escala planetaria, interplanetaria o galáctica son reproducibles a escala de laboratorio. La física moderna tiene mucho que agradecer a grandes físicos como Kristian Birkeland (1867-1917) o Hannes Alfvén (1908-1995), este último fue Premio Nobel de Física en 1970, por ser los más renombrados precursores en el estudio y trabajo experimental dentro del campo de la física del plasma. La física del plasma es la base sobre la que se asienta el modelo de Universo eléctrico.
La interpretación de la formación de los cometas y asteroides se soporta por el trabajo experimental de otro físico del plasma, C.J. Ransom, en los Vemasat Laboratories. Ransom sometió un sustrato de hematita (óxido férrico grisáceo) a un arco eléctrico, creando por fusión pequeñas esferas y, ocasionalmente, configuraciones doble-lobuladas. Las últimas eran notablemente parecidas a las extrañas formas de muchos cometas y asteroides. Como una clara muestra de similitud, en la siguiente fotografía vemos el parecido del cometa Hartley con una de las formas conseguidas en laboratorio:
A la izquierda, forma producida en el laboratorio por C.J.Ransom. A la derecha, el cometa Hartley 2.
Lo que subyace en todo esto es la presencia de los fenómenos eléctricos más allá de la Tierra, en el Sistema Solar y en nuestro Universo conocido. Es muy razonable pensar que enormes descargas eléctricas debieron tener lugar en grandes cataclismos planetarios hace millones o cientos de miles de años, los cuales sirvieron para conformar y estabilizar un Sistema Solar tal como lo conocemos en nuestros días. Los cometas no son sino restos y productos de aquella colosal actividad eléctrica.
Por todo el Sistema Solar, incluida la Tierra hay huellas y vestigios que nos descubren una remota actividad eléctrica. Solamente hay que observar y estar atento. Te recomiendo consultar la sección SURCOS Y CRÁTERES y también la sección SISTEMA SOLAR.