Si alguien te ofreciera convertirte en una estrella del pop, un verdadero dios, durante un par de años a cambio de morir transcurrido ese tiempo, ¿aceptarías la oferta?
La heroína
Esta es la premisa de The Wicked + The Divine, la nueva serie que el equipo que se ocupó de la última versión de Young Avengers, Kieron Gillen y Jamie McKelvie, está llevando en Image. La idea es que cada cierto tiempo, los dioses de distintos panteones se reencarnan en los cuerpos de adolescentes. Durante dos años, se convierten en estrellas, tienen la oportunidad de pasar a la historia. El precio es, sin embargo, una muerte temprana. Después de ese tiempo, morirán, hagan lo que hagan.
Si sois familiares con el trabajo de esta pareja, probablemente os sonarán algunas cosas: la importancia de la música, especialmente la música pop; el papel de la cultura popular; los ídolos como dioses y viceversa, los dioses como ídolos… También el apartado visual comparte muchos elementos con otros cómics de Gillen y McKelvie: el diseño de los personajes y su estilo están calculados al milímetro, así como el diseño de las páginas, en las que McKelvie se vuelve a atrever con cosas así:
Página de Young Avengers
Las partes más resaltables del cómic son las relacionadas con los conceptos y las ideas que tienen que ver con la construcción del Londres alternativo en el que se desarrolla la historia, los diálogos, que son tan divertidos y tan rápidos como es costumbre con Gillen, y el trabajo evidente que llevan los personajes, que están bien pensados, y construidos teniendo en cuenta todo: desde quiénes son y por qué hacen lo que hacen, hasta cosas tan prosaicas como por qué llevan lo que llevan.
Es también muy interesante la relación que los autores han realizado entre los dioses (a la hora de elegir los cuales, además, no se han centrado en el ya muy manido panteón griego clásico) y las estrellas pop de la vida real en los que están basados. Hay una Amaterasu (diosa sintoísta del sol, panteón japonés) que se parece a Florence Welch, de Florence + the Machine, una Sekhmet (diosa de la guerra que tiene forma de león, panteón egipcio) que es una versión alternativa de Rihanna, y Lucifer, el mismísimo padre de las mentiras, no es ni más ni menos que una versión femenina de David Bowie.
Florence + The Machine, versión sintoísta
Sin embargo, no todo es perfecto: es un cómic que se crece con las relecturas, sí, y también es entretenido, y muy atractivo visualmente hablando: pero repite también los mismos errores que suelen tener los trabajos de Gillen y McKelvie. Es decir, por ejemplo, el argumento es complicado de seguir, y no porque sea complicado. Gillen parece incapaz de priorizar la información, y a veces cosas relacionadas con el discurrir de la historia se pierden entre los chistes malos, los diálogos y escenas que, mientras que nos revelan cosas importantes sobre quiénes son estos personajes que nos está vendiendo, no son realmente importantes para la trama.
Por otro lado, McKelvie ha mejorado mucho desde aquellos días en los que dibujaba Defensores y todos los personajes tenían la misma cara, pero de vez en cuando sus personajes pecan de inexpresividad.
En general, es un cómic que merece por lo menos una oportunidad: es original, es entretenido, es divertido, es perfecto si te gusta la mitología o la música pop o incluso American Gods, de Neil Gaiman. Yo, por mi parte, no puedo esperar a tener el tomo recopilatorio con los cinco primeros números en mi estantería.