[Cómic] Webcómics para principiantes

[Cómic] Webcómics para principiantes

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Pol F 24 noviembre, 2014 0

Cualquier persona que conozca un poco el mundillo de la narrativa gráfica te lo dirá. Te pondrá una mano en el hombro, te dedicará una mirada triste y te dirá: “colega, es muy difícil dedicarse profesionalmente a los cómics.” Y no le faltará razón. La industria del cómic americano, la del cómic europeo e incluso la del manga japonés son difíciles y competitivas. Hay que tener la idea justa en el momento justo y presentársela al editor adecuado. Así que la persona que te diga que la cosa está difícil no estará para nada equivocada. Pero eso no quiere decir que esté en lo cierto al cien por cien.

Desde que internet se convirtió en este gigante que rompe barreras, que une personas en los sitios más alejados del mundo y que ejerce de medio de comunicación sin límites, hay gente que le ha buscado una vuelta de tuerca a la gran industria comiquera y ha decidido saltarse al intermediario para llegar directamente al público. Los webcómics son, por tanto, esta iniciativa de escribir, ilustrar e incluso colorear una historia propia para darla a conocer al gran público que navega online sin necesidad de grandes editoriales.

Viñeta de Nimona #1 de Noelle Stevenson

Es cierto que no te estoy descubriendo nada nuevo. ¿Cuántos webcómics has leído desde que tienes acceso a internet? ¿Cuántas viñetas escritas y dibujadas pura y exclusivamente para la web? Cientos, miles. A lo mejor nunca les has llamado “webcómics”, pero lo son. Está ahí, narran una historia a través de ilustraciones y van dirigidas a un público en concreto: a ti.

Historietas a la carta

Los webcómics los hay de todo tipo, color y forma. Los tienes de aventuras,  de acción, sobre la vida cotidiana y hasta eróticos. Desde que páginas como Comic-Rocket, SmackJeeves o incluso la red social Tumblr empezaron a alojar gratuitamente cómics de autores desconocidos, muchísima gente ha hecho públicas sus ideas y sus historias. Estas webs de hosting permiten a los usuarios navegar entre cientos de miles de webcómics a la par que suben sus propias viñetas.

Pero esto no se ha quedado simplemente en una anécdota. Hay autores que hoy en día tienen público propio después de haberse iniciado en blogs gratuitos hace años. ¿Te acuerdas de aquella época en la que Naruto estaba por todos lados? ¿Te acuerdas de las cientos de parodias? Porque ahí hay un buen ejemplo. Raruto fue uno de los webmangas parodia que más de moda estuvieron entre los seguidores españoles de Naruto. Fue la plataforma perfecta para que el entonces desconocido Jesulink pudiera lanzar su webmanga original 5 Elementos. Webmangas que, por cierto, tienen edición impresa hoy en día.

Viñeta de Dinosaur Comics de Ryan North

Como he dicho ya, en el mundo de los webcómics encontramos de todo. Desde viñetas tan escuetas como los Dinosaur Comics (Ryan North) hasta el increíble trabajo de Ben Towle en Oyster War, autor nominado tres veces al Premio Eisner. Se trata de webcómics con personalidad y estilo propio donde el artista suele llevar el peso absoluto de todo el proceso creativo. Obras tan refrescantes como Nimona de Noelle Stevenson o The Abominable Charles Christopher de Karl Kerschl son prueba de ello. Ava’s Demons (Michelle Czajkowski), Hemlock (Josceline Fenton) o el increíblemente rosa Sticks Angelica (Michael DeForge) son demostraciones no sólo de muy buena narrativa, sino de un estilo diferente y llamativo.

Es más, el auge del webcómic ha impulsado a guionistas de renombre como Warren Ellis (The Authority #1-12, o Planetary #1-27) a publicar sus propios webcómics, como es el caso de FreakAngels, dibujado por Paul Duffield.

Pero, ¿y cómo vive la gente de esto?

Cuando empezaron a surgir los webcómics, la idea era muy clara: utilizar internet como plataforma de prueba, demostrar que estos autores desconocidos podían atraer al público con sus historias y dar el salto a alguna publicación. Innovador, práctico. Hay muchos autores que aún lo hacen.

No obstante, el modelo de negocio de un webcómic ha cambiado muchísimo y es todo gracias a la audiencia mundial que permite internet. Los pilares fundamentales de estos webcómics son la publicidad, el merchandising y las donaciones, todo esto aunado al ingrediente secreto que tiene toda buena narración: el carisma. Porque, vamos a ser honestos, es ese regustillo a bueno que te deja un webcómic que hace que encargues una edición impresa o que hagas una donación.

Portada del Vol. 1 de FreakAngels (Warren Ellis y Paul Duffield)

Sin embargo, publicar un webcómic no es un camino de rosas. Tiene altibajos como cualquier otra profesión. En primer lugar, para conseguir dinero, hay que conseguir un público seguidor bastante fuerte. Un webcómic se puede volver viral… o no. El tiempo que hay que dedicar a mover un webcómic es inmenso. Y todo ello, sin cobrar.

Además, el que una persona se encargue del guión, la ilustración, el entintado y el color es algo que la industria a gran escala no se puede permitir. La razón es obvia: calendarios, fechas límite y la necesidad de publicar de forma regular. Los webcómics no pueden autoimponerse esa forma de trabajo tan mecánico. A cambio de sacrificar números de veinte páginas y una regularidad a rajatabla, nos dan un toque diferente a lo que estamos acostumbrados, sí. Pero las actualizaciones son de una a tres veces por semana dependiento del webcómic y cuando se trata de autores noveles o pluriempleados, a veces estas actualizaciones no se pueden cumplir.

No obstante, hay algo encantador en un webcómic. Llamémosle alternativo, llamémosle novedoso, llamémosle original. Llamémosle como queramos llamarlo, el webcómic es una forma de narrar como cualquier otra, sólo que adaptada a todos aquellos que echamos una espeluznante cantidad de horas online y dándonos historias nuevas tanto en narrativa como en estilo que, en la mayor parte de los casos, son gratuitas.

Marvel, DC y la Shonen Jump están muy bien, pero nada me quita el sentarme delante del ordenador con una taza de té y lanzar carcajadas con los webcómics de GingerHaze.

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