No sé si inaugurar una sección para Destroyer en la piscina, porque el niño da para mucho.
Demasiado.
Mientras que el Mayor se limita a tirarse y a bucear y sólo advierte su presencia un insistente “¡Mamiiiii miiiiira! ¡miiiiiiira mamiiiiii!” y el Monstruo del Rizo se infla a galletas sujeto de un tobillo (por mi mano, no se asusten) para evitar que repte hasta el agua, Destroyer me tiene loca.
Como no voy a poner fotos y para que se hagan una idea, diré que Destroyer es el típico niño que probablemente sea ángel o niño Jesús en todas las funciones Navideñas escolares (y esto, dicho de un colegio en Alemania, para que sean conscientes de la gravedad del asunto) pero que, al mismo tiempo, tiene un parecido preocupante con Chucky pero sin pecas (acentuado además, por esos dientes separados que enseña y esa risa malévola que suelta cada vez que hace una de las suyas).
Destroyer se lanza en plancha a la grande, tenga o no tenga los manguitos puestos, vapulea con el churro al Mayor cuando se lo cruza, le roba la galleta al del Rizo cada 5 min., nada cual perrillo hasta el centro de lo más profundo, ríe malévolamente y te mira como diciendo “venga, tía, a que no te tiras a por mí huahuahuahua”, y cuando por fin sale del agua y una va dispuesta a regañarle, se enrolla en la toalla diciendo fío, pone ojitos tiernos y te acaricia el pelo. Diabólico.
El sábado por la tarde, hora punta de la piscina, todo era de lo más normal: Mayor en el agua jugando al príncipe sireno (lo juro), mano sujeta a Monstruo del Rizo sujeto a galleta y Destroyer en posición preplancha agarrado a la escalera…
De pronto, algo así como un torpedo salió disparado del pellizcable culo de Destroyer, reventando su bañador pañal y dejando un reguero marroncillo (y bastante obvio) en su pierna derecha. Rauda y veloz que se ha vuelto una, salí corriendo hasta el lugar del… hecho, sacando al niño en volandas por encima de la vallita (de los 00s) y entregándoselo a mi señora hermana (soltera y sin hijos, y después de esto seguro que por más tiempo) para que lo cambiase. Yo me iba a ocupar de que el reguero que había alcanzado el bordillo no llegase hasta el agua.
3 min. después de estar echando agua hacia el césped (indicaciones del socorrista) y dejar el bordillo como una patena, me giro para encontrar a mi señora hermana en la ducha-entrada de la piscina luchando con miles de lentejas.
Lentejas, sí. Los 3 platos que se había zampado el Gormiti en la comida del viernes. Enteras.
Me uní a la caza de la lenteja con toallita, aplaudiendo a mi señora hermana por su genial (ejem) idea… La de llevarle a la ducha en vez de a la fuente, la primera, y la de encender una ducha y ver cómo las lentejas sorteaban el desagüe y se iban dirección a la de enfrente, después.
Pero la niña tuvo suerte porque, cuando el Gormiti dejó de chapotear alegremente en sus legumbres y se me agarró a la pierna con su carita de abrázame-que-tengo-fío, me di cuenta que estábamos rodeados de niños que habían pasado del alucine “¡¿le han salido lentejas del culo?!” al “¡guarro!¡pero que niño más guarro!” y mi cabreo se redireccionó.
Con mi Chucky no se mete nadie.
Así que una sabiendo que, en esas situaciones, ni la razón ni la violencia ayudan y, en vista de que las otrasmadres no paraban el linchamiento verbal de sus criaturitas a mi angelito, se limitó a decirles (muy seria) que sí, que eso eran lentejas… ¿Que de dónde creían salían?
Ojos como platos. Silencio. La seguridad de que Destroyer no será el único que se pase sin tomar legumbres una buena temporada. Hua Hua Hua.