Revista Asia

Comiendo en el Sant Pau

Por Xavi_kun
Entre izakayas, restaurantes de soba, ramen, tempuras y demás manjares gastronómicos de Japón se encuentra un restaurante de nombre catalán y hermano gemelo de uno igual pero situado a miles de km de distancia en Sant Pol.
Y es que guiados por el Tío Chiqui fuimos al conocido restaurante Sant Pau de la cocinera Carme Ruscalleda, un restaurante con 3 estrella michelín.
Por lo que se dice en su web el restaurante de Tokyo es una réplica del de Sant Pol tanto en estética como en la filosofía culinaria.
Como buen restaurante con estrellas michelín los precios suelen ser prohibitivos, con menús de 150 a 200 euros mas o menos, y así es, pero pasa que si vas al mediodía, el menú cuesta "solo" 5.500 yenes (unos 50 euros) lo cual no esta nada mal para un restaurante de esta categoría, mas luego la bebida a parte.
Pero vamos a lo que vamos, aquí tenéis una recopilación de lo que nos zampamos:

Comiendo en el Sant Pau Para empezar bien una Voll-Damm bien fresquita, pues no hacia tiempo ni nada que no me tomaba una.
Comiendo en el Sant Pau Crema de albahaca.
Comiendo en el Sant Pau
Comiendo en el Sant Pau Los entrantes Comiendo en el Sant Pau Otra crema con verduritas. Comiendo en el Sant Pau Todo acompañado con pan y aceite que estaba de vicio (esto es gratis y te ayuda a no quedarte con hambre)
Comiendo en el Sant Pau Lubina con crema de curry y chocolate.
Comiendo en el Sant Pau Primer postre, helado de melocotón. Comiendo en el Sant Pau Una pequeña vista al restaurante, que está muy chulo.
Comiendo en el Sant Pau Helado con peta-zetas, frambuesa, queso y otros condimentos.
Comiendo en el Sant Pau Unos mini pastelitos para acompañar el cortadito, chocolate con trufa, un bizcochito y el otro no me acuerdo :P
Comiendo en el Sant Pau Después de una buena comida que mejor que un cafecito, y esta vez por fin un cortado, nada de cafés de Starbucks y parecidos.
Comiendo en el Sant PauAl salir nos dieron un panecito del que hacen en el restaurante, el cual cayó esa misma noche acompañado del último paquete de jamón que me quedaba de España.
La verdad que fue una buena experiencia ir a un restaurante de este tipo, además la compañía fue perfecta para echarse unas risas mientras nos bebíamos una botellita de vino blanco.
No me importaría repetir la verdad.

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