Kafka no quiso que el insecto apareciese dibujado.
La metamorfosis o La transformación es quizá la obra más sorprendente de la producción de Kafka. Fue escrita a finales de 1912 y publicada en octubre de 1915. Narra la historia de Gregor Samsa, un viajante que vive en el hogar familiar, al que mantiene con su salario, quien un día despierta convertido en un gigantesco insecto. Pero su cambio es sólo físico, pues su mente permanece intacta. El núcleo de la narración gira en torno a cómo la relación con su familia se deteriora y cómo, en vez de caer en la autocondescendencia, trata de mejorar su terrible situación.La historia cuenta realmente muy poco. Sin embargo, bajo la descripción de la crisis que los personajes afrontan, hay todo un mundo de significados. Es así como, aplicándole los más diversos métodos de análisis literario, y partiendo desde distintos puntos de vista —filosófico, literario, psicoanalítico, religioso, sociológico, político— se ha originado en torno a esta obra una auténtica avalancha de posibles interpretaciones, ante la cual el lector se encuentra desconcertado.
Quien se enfrente por primera vez a la obra debería obviar todas estas interpretaciones y encarar el texto sin prejuicios ni visiones premeditadas que lo único que logran es distorsionar la propia experiencia de lectura. Enfrentarse al texto y únicamente al texto, sin añadidos, es la única forma de disfrutar plenamente de la riqueza y potente simbolismo de esta historia. Lo dijo Albert Camus, con la claridad y lucidez que siempre tuvo:
"Todo el arte de Kafka consiste en obligar al lector a releer. Sus desenlaces, o la ausencia de desenlaces, sugieren explicaciones, pero que no se revelan claramente y que exigen, para que parezcan fundadas, una nueva lectura del relato desde otro ángulo. A veces hay una doble posibilidad de interpretación, de donde surge la necesidad de dos lecturas. Eso es lo que buscaba el autor. Pero sería un error querer interpretar todo detalladamente en Kafka. Un símbolo está siempre en lo general, y, por precisa que sea su traducción, un artista no puede restituirle sino el movimiento: no hay traducción literal. Por lo demás, nada es más difícil de entender que una obra simbólica. Un símbolo supera siempre a quien lo emplea y le hace decir en realidad más de lo que cree expresar. A este respecto, el medio más seguro de captarlo consiste en no provocarlo, en leer la obra con un espíritu no prevenido y en no buscar sus corrientes secretas. En cuanto a Kafka en particular, está bien consentir en su juego, y acercarse al drama por la apariencia y a la novela por la forma." (A. Camus. La esperanza y lo absurdo en la obra de Kafka)Acercarse al drama por la apariencia y a la novela por la forma. Justamente eso es lo que vamos a hacer en esta lectura compartida: basarnos únicamente en el texto que dejó escrito Kafka y dejar al lector que entre libremente en el juego que le propone su autor, porque, además, La metamorfosis no admite que nadie cierre el significado de la parábola que contiene. Lo ha dicho muy bien F. Karl:
"Es la más asombrosa exposición que escritor alguno haya hecho en tan poco espacio, y es doblemente apremiante porque rechaza toda interpretación. Uno puede verla como simple 'posibilidad' o 'potencialidad'. Incluso, todo esfuerzo por vincular la novela con la vida de Kafka encuentra serias discrepancias. Las mayores satisfacciones llegan cuando se deja hacer a la novela, sin entrometerse." (F. Karl. Franz Kafka: representative man)Independientemente de lo que nos sugiera y de la interpretación que le queramos atribuir, La metamorfosis es una maravillosa pieza literaria. A la vez terrorífica y patética, realista y absurda. Es una historia engañosamente simple que deja una profunda marca en nuestra mente.
"Al despertar Gregor Samsa una mañana de un sueño intranquilo, se encontró en la cama convertido en un monstruoso insecto." Así arranca La metamorfosis, una de las obras capitales —mal que le pese a Eduardo Mendoza— de la literatura universal.
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