Revista Infancia

Cómo ayudar a los niños a gestionar sus emociones

Por Mamapsicologain @mamapsicologain
gestionar emociones

Hoy tratamos el tema de cómo ayudar a los niños a gestionar sus emociones para que aprendan a responder con la emoción adecuada y la intensidad que corresponde ante las diferentes situaciones vitales a las que tendrán que hacer frente. Pero para ayudar a nuestros hijos a realizar este proceso lo primero que debemos hacer los adultos es reflexionar sobre las nuestras y fijarnos en cómo éstas afectan a nuestra conducta y nuestros pensamientos. Porque muchas veces nos dejamos arrastrar por ellas y acabamos haciendo y diciendo cosas que no pensamos de verdad, como por ejemplo cuando los hijos sacan malas notas o no nos obedecen.

La educación emocional debe empezar en la familia

La educación emocional es un tema en auge. Un tema sobre el que se está trabajando desde hace tiempo en las escuelas pero sobre el queda mucho por hacer. La implicación de las familias es clave en esta cuestión. Porque el primer lugar donde se experimentan, expresan y se aprenden a exteriorizar las emociones es en la familia.

Sin duda alguna las emociones son una parte esencial de nuestras vidas. De hecho, son el motor que nos empuja a vivir. Las que nos mantienen cerca de quienes nos quieren y queremos. Las que nos permiten que avancemos en nuestros proyectos y las que nos alertan de los peligros. Y aunque hay algunas que desearíamos no sentir y evitamos a toda costa que nuestros hijos las manifiesten (miedo y tristeza) debemos tener claro que no hay emociones buenas como tampoco las hay malas. Sencillamente hay emociones. Todas necesarias y todas ellas con una misión fundamental que permite nuestra supervivencia.

Pero también es cierto que las emociones en sí mismas, sin una correcta gestión o regulación, pueden acabar jugando en nuestra contra y hacer que tomemos decisiones erróneas de las que más tarde nos podamos arrepentir. Nuestra inteligencia emocional y la de nuestros hijos depende de las oportunidades que tengamos de identificar, expresar, regular y poner en práctica nuestro repertorio emocional. Lo que implica tener buenos modelos a imitar, aceptar los errores y tener la oportunidad de rectificar.

Porque un hogar en el que se dirige en exceso y se reprime cualquier manifestación o exteriorización de rabia, tristeza o incluso de alegría es un hogar en el que, tanto adultos como niños, se empobrecerán emocionalmente. Un hogar enfermizo en el que sus miembros no pueden desarrollarse plenamente.

Pero ocurre algo similar en aquellos hogares en los que se permite cualquier explosión emocional y luego no se interviene de ningún modo. Me refiero especialmente a aquellas familias en las que se responde con enfado desmesurado, desmedido y descontrolado. Y hago regencia a la ira porque es la emoción que más fácilmente se contagia y arrastra. La que más daño puede causar en uno mismo y en los demás.

Sea como sea, los padres tenemos la obligación ayudar a los niños a gestionar sus emociones aunque tengamos que aprender a gestionar las propias a lo largo del proceso.

Cómo ayudar a los niños a gestionar sus emociones en 5 pasos

1. Aceptar las emociones en lugar de reprenderlas o reprimirlas

Todos tenemos emociones. Todos experimentamos rabia, tristeza, miedo, alegría, asco, sorpresa … Todos disponemos de un repertorio emocional instalado en una parte muy profunda de nuestros cerebros que nos alerta de lo que ocurre dentro y fuera de nuestro cuerpo y que tiene como objetivo nuestra supervivencia. Teniendo en cuenta esta premisa no podemos pretender que nuestros hijos no se enfaden, no sientan miedo o se entristezcan.

De modo que para ayudar a los niños a gestionar sus emociones lo primero que debemos hacer es aceptar lo que sienten cuando lo sienten y permitir que se expresen sin tener en cuenta lo que solemos llamar malas conductas cuando tienen una rabieta, lloran con fuerza, gritan en exceso o se niegan a obedecer.

2. Validar las emociones que sienten.

El segundo paso para ayudar a los niños a gestionar sus emociones es validar esa emoción que sienten y consiste en hacerla explícita.

¿Cómo? Empatizando con el niño y aceptando lo que siente. Y aunque nosotros no estemos de acuerdo en ese momento con lo que está haciendo es importante que:

  • no rechacemos su emoción,
  • no digamos que no llore, que no se enfade, que no tenga miedo, …
  • no juguemos al niño, ni su conducta, ni sus emociones.

Para validar las emociones de nuestros hijos es importante que expresemos apoyo con frases tipo :

  • “entiendo que esto te ha hecho enfadar mucho”,
  • “sé que te entristece …”,
  • “veo que esto te causa mucho miedo …”,
  • “tienes derecho a estar enfadado”,
  • “yo también me sentiría triste si …”,

3. Identificar las emociones en uno mismo y en los demás

Saber identificar las emociones en uno mismo y en los demás una competencia emocional imprescindible que debemos educar para poder ayudar a los niños a gestionar sus emociones.

Sin una adecuada identificación de las emociones no hay posibilidad alguna de regularlas. Y eso pasa por ofrecer oportunidades a nuestros niños de aprender un correcto y amplio vocabulario emocional. Además de poner nombre a las emociones los niños deben ser capaces de prender a identificar las señales que generan en su cuerpo y en el de los demás. La lectura de expresiones faciales forma parte de este proceso que te invito a realizar.

4. Expresar verbalmente las emociones

Llegados a ese punto, en el que hemos aceptado, validado e identificado las emociones el siguiente paso es ayudar a que nuestros hijos expresen sus emociones mediante palabras.

“Estoy contento porque …! “Tengo miedo de …” “Qué rabia siento porque …” de los pasos imprescindibles que con el tiempo y mucha practica ayudarán a tus hijos a gestionar sus emociones

El modo cómo educamos a nuestros hijos influye directamente en la forma de expresar sus emociones. De modo que, una familia que apuesta por hablar abiertamente de lo que cada miembro siente respetando sus emociones, sin intentar reprimirlas ni negarlas, será más probable que sus miembros más jóvenes (hijos) aprendan a expresarlas con toda naturalidad.

Un primer paso para la regulación emocional es precisamente el hecho de hablar sobre nuestras propias emociones y pensar sobre ellas. Por ello son tan importantes los pasos anteriores: aceptar, validar y dar nombre a lo que sentimos. De este modo podremos hablar con precisión y pensar de qué modo están influyendo sobre nuestras conductas y si éstas nos ayudan o, por el contrario están dificultándonos la vida. Y aquÍ entra en juego el último paso que os propongo.

5. Dar opciones de respuesta.

Los padres debemos ofrecer distintas alternativas de respuesta ante las emociones. Y digo respuesta porque ante una emoción lo más inmediato que solemos hacer es reaccionar, sobre todo cuando somos niños. Lo que significa que no hay reflexión, no se siguen los pasos de para – piensa – actúa. Por lo que debemos enseñar a nuestros hijos diferentes modos de responder ante la rabia, la tristeza, el miedo, la alegría, … Respuestas más adaptativas que permitan la expresión de esas emociones con la intensidad necesaria para que no jueguen en su contra,

Reflexiones finales

Ayudar a nuestros hijos a gestionar sus emociones requiere tiempo y mucho entrenamiento. Lo que significa tener mucha paciencia, repetir, insistir y esforzarse al máximo. Recordad papás y mamás que el simple hecho de poner en práctica estos pasos a lo largo de unos pocos días no será suficiente. Para ver sus efectos debemos practicar, hoy, mañana, y todos los días que haga falta hasta que aprendamos nosotros mismos a gestionar nuestras propias emociones. Adquirir este nivel de autocontrol no es fácil pero sí es posible, así que no tiréis nunca la toalla, ni siquiera en esos momentos en los que las emociones os hayan sobrepasado.


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