Significa poner a alguien verde, a caer de un burro, pingando, llamarle de todo menos bonito, como hoja de perejil, …elijan ustedes.
La expresión tiene su origen en uno de los habituales de estas páginas: Francisco de Quevedo; y en concreto en su obra "El Buscón".
Uno de los personajes de esta obra es el Dómine Cabra, siniestro personaje bajo cuyo pupilaje recae D. Pablos. Seguramente es conocida la tacañería del ínclito Dómine y cómo "mata" de hambre a sus alumnos: "comieron una comida eterna sin principio ni fin":
"Certifico a V. Md. que vi al uno dellos, que se llamaba Jurre, vizcaíno, tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía, que una cortecilla que le cupo la llevó dos veces a los ojos, y entre tres no le acertaban a encaminar las manos a la boca".
La descripción del Dóminie Cabra resulta descarnada:
"êl era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle, una cabeza pequeña, los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos, tan hundidos y escuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes;
la nariz, de cuerpo de santo, comido el pico, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas;
los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba a buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos; las manos como un manojo de sarmientos cada una.
Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Su andar muy espacioso; si se descomponía algo, le sonaban los güesos como tablillas de San Lázaro. La habla ética; la barba grande, que nunca se la cortaba por no gastar, y él decía que era tanto el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría matar que tal permitiese. Cortábale los cabellos un muchacho de nosotros".
Pero la expresión que nos ocupa se inspira en la descripción que hace Quevedo de su vestimenta:
Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue paño, con los fondos en caspa.
La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul. Llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños.
(…) Al fin, él era archipobre y protomiseria.
(Historia de la vida del Buscón, Libro I, capítulo III)
Donde dice sotana podría leerse Chupa.
Esta prenda fue introducida en España por los árabes, indistintamente para hombres y mujeres, equivalente a un blusón o guardapolvo que se usaba en casa y en determinados trabajos para proteger la ropa de calle.
Sobre la palabra "chupa", dice Corominas que procede del árabe 'gúbba'>aljuba>juba a través del francés jupe. De ahí tenemos también la palabra "jubón".
Esta humilde prenda destinada a recubrir manchas y lamparones se convirtió e hábito distintivo de los sacerdotes católicos hasta el Concilio Vaticano II.
Y el término Chupa fue incorporado al lenguaje popular con la acepción que todos conocemos de cazadora o prenda de abrigo, normalmente de cuero.
La palabra dómine también requiere de cierta explicación para poner en contexto al personaje yla consideración social de que gozaban.
La palabra Dómine comenzó siendo un tratamiento de respeto con que los estudiantes de gramática latina se dirigían a su maestro (Dómine es el vocativo de dominus, señor, amo).
Más tarde pasó a designar a un tipo de maestro de poca categoría cuya función pera preparar a los alumnos con vistas su ingreso en la universidad.
Solían ser clérigos, incluso licenciados, pero sin oficio ni beneficio. Se las arreglaban como podían para "desasnar" criaturas que sus padres le confiaban para que les enseñaran los primeros rudimentos del latín como base para acceder a las "escuelas de latinidad", una especie de enseñanza secundaria de la época.
Con frecuencia se alojaban en la propia vivienda del maestro.
La pobreza de los que se dedicaban a ello era proverbial. Esta pobreza acabó atrayendo menosprecio, burla y escarnio. Además de pobres, tenían fama de sucios y desarrapados.
Así, lo de Dóminie pasó a tener un sentido peyorativo y burlesco, como Quevedo pone de manifiesto de la forma más descarnada en este pasaje de El Buscón.
Todavía hoy, la expresión "pasar más hambre que un maestro de escuela" no resultará desconocida para aquellos que superen cierta edad o se dediquen a la docencia.
Esta situación social depauperada ha acuñado la imagen de los alumnos dejando una manzana en la mesa del maestro al final de la clase para colaborar en su manutención.
Quizá hoy, el gesto de la manzana sea más de cortesía o de agradecimiento.
Para terminar de explicar la acepción de la frase que nos ocupa, veamos lo que le sucede al propio Pablos cuando se ve envuelto en la "inocentada" a la que le someten sus compañeros:
Dioles mucha risa y, apartándose, ya estaban juntos hasta ciento. Comenzaron a escarrar y tocar al arma y en las toses y abrir y cerrar de las bocas, vi que se me aparejaban gargajos. En esto, un manchegazo acatarrado hízome alarde de uno terrible, diciendo:
-Esto hago.
Yo entonces, que me vi perdido, dije:
-¡Juro a Dios que ma...!
Iba a decir te, pero fue tal la batería y lluvia que cayó sobre mí, que no pude acabar la razón. Yo estaba cubierto el rostro con la capa, y tan blanco, que todos tiraban a mí, y era de ver cómo tomaban la puntería. Estaba ya nevado de pies a cabeza, pero un bellaco, viéndome cubierto y que no tenía en la cara cosa, arrancó hacia mí diciendo con gran cólera:
-¡Baste, no le déis con el palo!
Que yo, según me trataban, creí de ellos que lo harían. Destapéme por ver lo que era, y al mismo tiempo, el que daba las voces me enclavó un gargajo en los dos ojos.
Visto lo visto, entiendo que, a partir de ahora con más razón, ninguna de Vuesas Mercedes querrán que les pongan como Chupa de Dómine.
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Bibliografía:
• Como chupa de dómine. José Antonio Monge. "La aventura de la historia" número 67, página 101.
• Historia de la vida del Buscón, Francisco de Quevedo.
• Joan Corominas; Diccionario Crítico Etimológico castellano e hispánico. E. Gredos. Madrid 1980.
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Mi agradecimiento a @tonisolano , de re(paso) de lengua, por su asesoría literaria.